sábado, 23 de agosto de 2014

La vida que perdí…


La vida que perdí…

Me quedé con las ganas de vivir… de vivir tal vez mi vida, de vivir tal vez, otra vida…

Me quedé con ganas de echar el tiempo atrás, para no perder tantos días, tantos momentos en el camino, que pudieron haber sido felices… pero tuve que esconderme, que huir, entre penas y tristezas…

Me quedé con tantos sueños sin realizar, con deseos de que tantas cosas sucedieran, de que otras nunca hubiesen llegado… las que me separaron de aquello a lo que estaba impulsado, pero no predestinado…

Me perdí de tantas cosas, que hoy sin nunca haberlas vivido, las extraño, porque aunque estuvieron allí, nunca pude disfrutarlas, como el niño de la calle que con los ojos abiertos, en navidad posa sus manos sobre la vitrina de la grande dulcería…

Me perdí de tantas sonrisas, de tantas alegrías, de tantas vivencias, de tanta vida... por haber en cambio transitado la senda de lo agreste, de lo sórdido, de la infelicidad, del conflicto, del remedo, del ensueño permanente que nunca se materializa y va llevando lentamente a la locura, a la irrealidad, a la enajenación existencial… y todo por futilidades que nunca se pudieron superar, para mitigar tanto dolor, tanta tristeza, tanta vida preciosa echada por la borda... porque no estaba escrito, porque a nadie lo importó… que mas da…

Si pudiera volver atrás, intentaría recuperar lo perdido, pero tal vez, no sería mi vida, la vida mía, sino la de alguien más… porque lo que hice, tal vez, de nuevo, lo haría en las mismas circunstancias…

Hoy, en lo absurdo, voy resolviendo las claves, como un preso que toda la vida intenta evadirse, y con el cuerpo magullado, el alma resquebrajada pero con la ilusión todavía en los ojos reflejada, sueña aún con la libertad, cuyos sorbos bebe con fruición de la vista de los pájaros, del perfume de las flores, de la frescura de la brisa, de las almas piadosas que le brindan algo de su excelsa compañía…

Nunca nada podrá ser como lo que no fue…

El ensueño estará allí como un tesoro bien guardado que, a falta de vida, suplirá como un álbum de recuerdos lo no vivido, para mitigar el dolor, como piadoso placebo existencial que, sin embargo, alimenta de alguna forma inexplicable el espíritu, como un sueño robado, como un embuste blanco, que cobra vida por la voluntad de la mente que no tiene ataduras para volar…

Cada día de la poca vida, se convertirá en un sueño entonces… el sueño de vivir con la ilusión y con el impulso de vivir, sincretizando el pasado, el presente, el futuro, con la vida soñada, nunca vivida, retomando en algún punto delirante, el camino trazado e inicialmente perdido, del cual fuimos dolorosamente separados, y cuyas sendas no transitadas jamás volverán para ser caminadas, disfrutadas…

Que tristeza y que alegría, que desgracia y que fortuna…

Porque aún ante tamaño infortunio, pude conocer a Dios a quien doy gracias, que me llevó de la mano cuando estaba perdido, enfadado, entristecido y aturdido, y nunca se separó de mi, y vino a mi encuentro, para salvar lo que quedaba de mi vida, para no abandonarme al vacío de lo sórdido y de la perdición absoluta, para enseñarme que el Amor existe y que toda esperanza bien vale la pena, cuando preservamos en nuestro corazón…

Y para bendecirme con la oportunidad de entender que, a pesar de los pesares, podemos siempre, cada día, apreciar la gran belleza de ESTAR VIVOS…