"Ya sabes, soy un misterio, pero no intento comprenderlo"
Yvonne Beauvais nació el 16 de julio de 1901, en Cossé, Champagne (una pequeña aldea en Mayenne, Francia), proveniente de una familia muy honrada.
A los tres años queda huérfana de padre, y fue llevada con su abuela materna, que le impulsó en la lectura de la vida de los santos.
Yvonne manifiesta una tierna devoción por Madre María, su ángel de la guarda y un gran deseo por tomar la eucaristía, en su profundo deseo de encontrar a “Su Jesús”.
A los nueve años de edad, en París, realiza su primera comunión. Dos días después, el 01 de enero de 1911, escribe en su propia sangre, un “pacto de amor” con “Su Niño Jesús”, sin sospechar que sería el programa de toda su vida: “Yo quiero salvar muchas almas, y amarte más que todos. Yo te imploro, me hagas una santa, una gran santa, una mártir. Pero yo quiero, por encima de todo, Hacer TU VOLUNTAD. Tu Yvonne”
Este pacto fue resumido por ella, en un único lema: “Directo al Servicio de Jesús, el Rey.”
A partir del momento que realiza este pacto, ella estaría atenta, para liberar su carácter impulsivo y aprender a sufrir en silencio. Pues el sufrimiento, sería su compañero inseparable, durante la misión que Dios tenía preparado para ella.
A los 20 años de edad, entra en la Asociación de hijos de María Inmaculada, en Paris. A partir de este momento se coloca al servicio de los pobres, a través de las más diversas actividades, incentivadas por ella misma, usando los recursos de la naturaleza, sus talentos y su amor por Jesús, el Señor.
Yvonne con veinte años de edad, era una radiante y alegra joven, siempre lista para ser útil a alguien, en su casa ó fuera de ella. Era una constante búsqueda de almas.
Ella llevaba alegría a todas partes que iba. Para ella, ser feliz era ser caritativo.
En algún momento, mientras disfrutaba de una taza de té, comentó con respecto a su devoción, lo siguiente:
“Yo voy a colocar una sonrisa en los labios, y seré capaz de conservarla, pensando en ti, mi Señor Jesús. Voy a ganar almas para ti. Sólo el Señor sabe a qué precio!”
A pesar de sus deseos de servir, Yvonne enferma y es trasladada el 18 de marzo de 1922, a un pequeño hospital privado, dirigido por las Hermanas Agustinas de la Misericordia, en Malestroit, una pequeña aldea de Morbihan.
En el siguiente 05 de julio, Yvonne tuvo una revelación que determino el futuro de su misión.
Yvonne decidiría ingresar en el convento, como religiosa Yvonne Aimée de Jesús, el 18 de marzo de 1927.
Pero antes de que eso ocurriera finalmente, durante el período de su convalecencia en el convento, ella comenzaría, para el resto de su vida, una dolorosa hora santa, cada jueves, desde las 11pm hasta las 12 de la media noche.
Ella se vio obligada a confesar: “Yo digo siempre SI a Jesús.”
Este consentimiento total, le exigía un heroísmo diario para aceptar el sufrimiento del cuerpo y del alma.
Ella no rechazo nada de lo que le exigían:
“Si Dios ordena, entonces ¿Qué puedo hacer yo, sino obedecer?” Si me pide que arranque la montaña, me levantaré temprano, iré a sitiar los pies del gigante, y si el pico y la pala me faltan; equipada con mis propias manos, lo haría otra vez.”
Después del 05 de julio, ellas se dio cuenta de que no tenía derecho de mantener su secreto, por eso, ella fue con sus directores, y con total simplicidad, confió su secreto, volviéndose obediente a las exigencias, muchas veces dolorosas, de los que fueron oficialmente, encargados de controlar su extraordinaria misión.
Ella sería así hasta el final, siempre sumisa a las decisiones de las autoridades eclesiásticas.
A partir de este momento es conocida su oración jaculatoria:
“OH Jesús, Rey del Amor, yo confio en su bondad misericordiosa.”
Esta oración se volvió una fuente de gracias espirituales y temporales, para aquellos que la recitaron.
Cuando Yvonne se recuperó, tuvo que abandonar su “convento querido”, como ella lo llamaba, y volvió a Paris, como deseaba su madre, que todavía no sabía lo que le había ocurrido.
Después de superadas pruebas y obstáculos, la Voluntad del Señor, quedó finalmente clara:
Yvonne Aimée, sería una religiosa Agustina en Malestroit.
En noviembre de 1927, enfermó de gravedad, inclusive pensaron en suministrar la extremaunción, y llevarla a pronunciar sus votos “in articulo mortis” (a punto de morir).
Toda la comunidad, el director, el superior eclesiástico, entre otros, cercaron su lecho de agonía, y fueron testigos de un milagro.
La que estaba muriendo, saltó a la vida, y con un suspiro, sus palabras podían ser oídas: “Su Amor será, mi cielo en la tierra.”
Media hora después, ella tomo su lugar nuevamente, en el coro.
El 21 de diciembre, del mismo año, el Obispo de Vannes, de quién el monasterio dependía, autorizó a Yvonne, la administración de la cocina de un nuevo y moderno hospital particular, que se construía en Malestroit.
Yvonne tendría a su cargo, la difícil administración de la cocina, al mismo tiempo que trabajaba como secretaria, en la preparación del segundo capítulo general de la Orden.
Mientras tanto, el pequeño convento de Malestroit se transformó en un floreciente monasterio.
Muchas personas comenzaron a reunirse allí, y la hermana Yvonne Aimée de Jesús, fue la encargada de impartirles educación, inculcándoles el espíritu de la Orden, su propio espíritu alegre, sencillo y el abandono confiante y total a la voluntad de “Jesús, El Señor”. Más allá de esto, tenía el don de leer el corazón de las personas.
A sus 34 años de edad, siete (7) años después de pronunciar sus votos, fue electa, Superiora de la Comunidad, y en seguida, en 1939, Presidente.
Madre Yvonne Aimée, era vista como “una administradora dotada, asemejándose a las grandes fundadoras, particularmente adecuadas para su misión.”
Ella continuo el mismo camino doloroso, para la salvación de las almas, entre flashes de inspiración divina.
La guerra de 1940, fue la oportunidad para que ella practicara todos sus dones.
Durante la ocupación, atiende a los heridos, tanto alemanes como resistentes.
El 16 febrero 1943, fue arrestada por la Gestapo (Policía Alemana).
El 24 junio 1945, recibió la Cruz de Guerra de la mano de Saint-Marcel.
El 22 julio 1945, el general Charles de Gaulle, personalmente le concedió la Legión de Honor, en Vannes, por haber escondido y atendido a los soldados aliados y resistentes, en la clínica de Breton.
El 03 julio 1946, el gobierno le concedió la Medalla de la Resistencia y la Medalla de Reconocimiento francés.
Su comportamiento arriesgado y generoso durante la guerra, era manifestación de su caridad sin límites.
En agosto de 1946, después de la guerra, Yvonne Aimée se torna la primera Superiora General de la Federación de todos los Monasterios de la Orden de Agustinas de la Misericordia.
Yvonne muere el 03 de febrero de 1951, a las 19 horas, en su escritorio.
Sus últimas palabras fueron: “Si puedo, lo haré, es mi deber.”
En julio 1960, el cardenal Alfredo Ottaviani, entonces pro-secretario de la Inquisición, decretó el final de la beatificación de Yvonne Aimée de Malestroit, y prohibió publicar libros sobre el mismo como medida de precaución.
La vida de la mística es polémica por algunos fenómenos experimentados por ella, como la bilocación, el estigma, las premoniciones y la xenoglosia.
En 2009, el arzobispo Raymond Centene, Obispo de Vannes, preguntó formalmente, a las autoridades del Vaticano, para examinar cuidadosamente el expediente.
La obra para la beatificación, continúa, hoy día, por un equipo interdisciplinario.
Un detalle relevante de su vida, fue experimentar la Bilocación, que se explica con el siguiente relato:
El Padre Paul Labutte la encontró en el metro de París al mismo tiempo que era torturada por la Gestapo en la prisión de Cherche-Midi.
Ella le dijo en esa ocasión: "Ya sabes, soy un misterio, pero no intento comprenderlo".
Por lo tanto, parece ser que no era dueña de sus facultades.
La mayor parte de veces estas bilocaciones le sobrevenían cada vez que tenía que cumplir una misión lejos de su convento de Malestroit.
Una monja de su convento, la Madre Marie-Anne, la encontró un día en la lechería, afanada por batir la crema, con aire ausente.
En el mismo momento, la hermana Saint-Jean, la vio en su escritorio, elaborando una carta.
Interrogada sobre el asunto, por parte de la superiora, Yvonne-Aimée respondió que en efecto, ella había tenido que hallarse abajo y arriba a la vez, de otro modo no habría tenido tiempo de hacerlo todo.
Estos fenómenos se producían principalmente por la noche, mientras la religiosa parecía estar dormida, o mientras realizaba, automáticamente y en silencio, las tareas cotidianas.
Otro evento que demuestra su capacidad de bilocarse, se refiere a lo que le sucedió cerca del final de la Segunda Guerra Mundial, mientras estaba en Malestroit, Francia.
Sin saber cómo, se vio de pronto frente a Hitler, en su despacho de Berlín. Él, sorprendido de ver a una monja aparecer de la nada, sacó un arma y le disparó. Aunque las balas le atravesaron, no la hirieron.
Hitler quedó petrificado por el miedo mientras ella, impasible, le dijo unas palabras que el mismo Jesús le había dictado para él. (No hay detalles sobre tal mensaje).
Se sabe que Hitler no quiso creerle y le rogó que se marchara de inmediato.
Ella, antes de desaparecer, se acercó al mapa de Europa que yacía sobre la mesa, y señaló un lugar con el dedo diciendo: “cuando usted llegue con sus tropas a este lugar, perderá su guerra”. Y así ocurrió.
Además de la bilocación, Yvonne Aimée era capaz de saber, en el corazón, cómo, quién y dónde se había profanado una Sagrada Forma (Hostia).
Yvonne seguía las indicaciones de Jesús, para recuperar las hostias profanadas.
1 comentario:
los santos son santos sin necesidad que ningun papa los declare asi
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