Parte IV
Julio 2016
Saludo a cada uno de ti en la paz del corazón y de la Verdad.
Vengo a proseguir con nuestra amistad y nuestra reunión. Estés donde estés y fuere cual fuere tu lugar, saludo en ti la belleza de tu eternidad y vengo a hablar. Oye, oye más allá de mis palabras la verdad de tu ser y descúbrete por completo.
En la paz del Amor y en la paz de la Luz vengo simplemente a estar contigo y a ser lo que eres. Estés donde estés, ahí estoy. Fuere cual fuere tu lugar es mi lugar – para cada uno.
Sírvete ofrendarme tu bendición y tu paz.
Oye, oye incluso entre el silencio de mis palabras la Paz que se instala, que se revela ante ti. Oye la Verdad que no necesita palabra alguna. Oye todo eso.
Vengo hacia ti, vengo a instalarte en tu morada de Eternidad siempre que aceptes mi Presencia, mi radiación.
Mediante la Gracia del Espíritu del Sol, mediante la Gracia del Coro de los Ángeles, despliego en ti la sinfonía de los Cuatro Vivientes. Oye, ve y percibe en nuestra comunión y en el Silencio, percibe la emergencia del Verbo y el despuntar de tu eternidad.
Concurro a tu resurrección, presencio lo que eres, sin velos y sin límites, sin restricciones y sin condiciones. Saludo tu coraje. Tú que ahí estás, tú que oyes el llamado de la Vida, el llamado del Amor, reúnete conmigo a fin de reunirte contigo. Oye lo que dice tu corazón, oye lo que sucede en ti en este instante.
Nada busques, para, abandona tus cargas todas, a tus pies y a mis pies. Deshazte de todo lo que te entorpece, de lo que se resiste, de lo que todavía se opone a la Verdad y al Amor. Olvídate de todo lo que no sea este instante, este momento de nuestra Presencia Una en el corazón del Amor.
Deja que la Vida en el Uno trascienda tus últimos límites, tus últimos obstáculos que no son sino elementos destinados a demostrarte la verdad del Amor y la fatuidad de lo que se resiste. En tu corazón ábrete a cada corazón, en tu corazón ábrete a cada uno, ábrete a cada mundo, ábrete a cuanto vive.
No te ocupes de nada más que lo que ahí está, en el Aquí, en el Ahora.
Mientras suena en tus oídos el canto de la Resurrección, acompañado por el Coro de los Ángeles, el Espíritu del Sol ha preparado el lugar para Aquél que viene.
Ten confianza, no en tu persona sino en tu corazón. Jamás se ha equivocado y no te engañará nunca. Oye su voz, oye su Verbo, oye su Silencio. Ahí está la Verdad. Ahí está la belleza. Déjate llevar por el arrebato del Amor en la culminación de tu conciencia que no sabe más de límites, que no sabe más de puntos de referencia, que no necesita más que a sí misma, que sólo requiere la verdad del Amor. En esa paz experimentas la Gracia, en esa paz te deshaces de toda carga y de toda reticencia. Ahí está la Verdad. Ahí está la belleza.
En el bautismo del Espíritu, en el brillo del Ultravioleta, en la irradiación de la Fuente, en la bajada del Espíritu Santo, estás vivificado y reunificado.
Haz que lo caduco no vuelva a aparecer en el campo de tu conciencia. Ayer queda sin peso, mañana aún está libre y siempre será libre. Ábrete a ti mismo y da gracias a ti mismo. Perdona todo cuanto puede quedar para perdonar. Acepta y dime sí. A ti también dile que sí, un sí con franqueza y definitivo, un sí a la verdad del Amor, sin condiciones, sin restricciones, sin oposición, simplemente ahí, en tu Presencia como en cada uno de nosotros.
Cultiva aquel corazón que solamente desea expresarse a través de su irradiación. Nútrete contigo mismo desde el corazón. Los mundos todos están en ti, como te ha sido enseñado una y otra vez. Es hora ya de verlo, de percibirlo, de vivirlo en cada mirada, en cada respiro, en cada palabra, en cada pensamiento. Ahí está tu fuerza, ahí está nuestra fuerza pues no hay batalla, solamente está la indecible belleza de la verdad del Amor. Déjame llevarte, déjame acompañarte al pie del gran umbral. No temas, nada de lo que aún pueda atemorizarte puede resistirse ante la Evidencia.
En todas las preguntas que has hecho y que harás te conduciré una y otra vez a este espacio, a este lugar que no sabe ni de tiempo ni de forma ni de ofensa.
Ven, ven conmigo, ven a tu casa, ahí donde todo es cómodo, ahí donde todo es fácil, ahí donde todo es luminoso. Estás invitado. Estás invitado a ser esto.
Ten presente que estoy en ti. Ten presente que todos los mundos están en ti y que todo cuanto puedes ver, todo cuanto puedes adivinar, todas las experiencias que puedes vivir o que has vivido no son sino facetas de tu Presencia Una. Ama todo de la misma manera. No marques diferencias entre unos y otros.
Ama. No hay esfuerzo que hacer. No hay nada que buscar. Sé tan sólo eso porque en esto está todo. Nada puede faltar. Nada puede herirte. Todo está estable e inmutable.
En el centro del Corazón, en el Corazón del Corazón, estoy y te recibo. Acéptate, que nada de tu pasado, que nada de este mundo venga a alterarte ni limitarte.
Sé libre pues en ti solamente la Libertad resuena, en toda experiencia como en inmovilidad.
Permite que crezca y se expanda la tranquilidad del Amor.
Respira, inspira el Amor, inspira el Verbo. Permanece tranquilo conmigo porque estoy tranquilo en ti. En nuestra unión no puede haber la más mínima ofensa ni la más mínima negación. Amado eres, digas lo que digas, pienses lo que pienses. Oye tu respiro, oye los latidos de tu corazón que te dan la vida, no sólo en este mundo sino en cada mundo e incluso mucho más allá de todos los mundos posibles.
Permite que florezca la sonrisa del Amor en tus labios y en tus ojos.
Ponte ahí, conmigo y con cada cual.
Experimenta y siente esta paz, esta plenitud tan vacía y esta vacuidad tan plena, donde ni la vacuidad ni la plenitud pueden definir lo que sucede ahora. Ninguna palabra puede traducirlo pues ninguna palabra es exacta.
… Silencio…
Y ahí donde estamos, cada uno de ti y yo, hasta el espacio desaparece, hasta el tiempo se detiene. Tu cuerpo también, como Templo de tu Presencia, deja de ser percibido. Solamente queda lo Verdadero, solamente queda la Paz. En esta última verdad que experimentas conmigo canto en ti la Vida, canto en ti la libertad de la conciencia.
… Silencio…
Ahí estamos, cada uno de ti y cada uno de mí, en el mismo gozo y en la misma equidad. Permite que te fecunde – de no haberlo hecho ya – la Onda de Vida, Onda de Libertad.
… Silencio…
Honremos juntos lo que ahí está. En unidad y en verdad, el sol del Amor alcanza tu cenit. En esta comunión nueva se revela lo que ha de ser revelado y que no puede ser traducido en palabras sin traicionar esta verdad. Solamente queda el Silencio como único hito, como única evidencia.
… Silencio…
Sigamos en esta misma inmovilidad. Estemos ahí, totalmente presentes, completamente lúcidos, portadores de Luz, portadores de Vida.
Haz las paces. Una paz total. Haz las paces en ti. Afírmate en lo que está en ti, en aquéllos y aquéllas, Estrellas y Ancianos, que te aportaron, más allá de sus palabras, de sus discursos, la evidencia de su Presencia y de su belleza.
En el Fuego de Ma, en la humildad de Teresa, en el brillo de Gema, en los cimientos de Anna, en el fervor de Hildegard.
En el Cristo de Sor Yvonne-Aimée, en la dulzura de María, en la pureza de No Ojos, en la liviandad de Snow, en el rigor de Madre.
En la irradiación del muy amado Juan, en la Ronda de los Arcángeles, en cada vida, en cada modelo que te libró de ti mismo durante todos estos tiempos.
En cada uno de estos guías te encuentras ahora, trascendiendo el tiempo, trascendiendo el espacio, trascendiendo todas las historias de cada uno de ellos o cada una de ellas.
En la Gracia del Espíritu Santo eres el devoto del Amor y el devoto de la Libertad. Eres la oración, aunque no sepas que estás orando. Eres la esencia de la Fuente, grabada en cada conciencia, en cada forma, en cada acontecimiento, en todo reposo y en toda noche.
… Silencio…
Deja consumirse las cadenas de la ignorancia. Conócete, conócete a ti mismo y conocerás los universos todos, los mundos todos, aquéllos a quienes llamaste dioses o Fuentes. Olvídate de las diferencias entre cada uno de ti en la superficie de este mundo como en las dimensiones más elevadas. En el soplo y latido de tu corazón está el Todo.
… Silencio…
Ahonda más y más en eso dentro tuyo.
… Silencio…
En este silencio tan pleno y tan vacío a la vez estamos instalados.
… Silencio…
Ya no son necesarias las palabras, solamente algunas para que permanezcas con cada uno así como conmigo.
… Silencio…
Quédate aquí, no te muevas más, estás en casa.
… Silencio…
Y ahí, hasta los límites de ese cuerpo dejan de sentirse. La conciencia está en todas partes y en ninguna, libre de todo lazo, de toda forma y de tu historia pues, en realidad, todas las historias solamente son juegos. Olvida todo sufrimiento, no a la fuerza sino permitiendo que la Gracia ocupe todo el espacio, poniendo fin a todo límite. Y eres libre.
En este silencio, en este vacío, percibes la plenitud y ves que no queda distancia, que no queda barrera ni separación entre tú y yo.
… Silencio…
Y ahí donde estás, nuevamente, la bendición infinita de la Gracia y del Amor aumenta, poniendo fin a tus últimos límites, mostrándote tu conciencia al desnudo, que es felicidad. Ninguna palabra puede traducir esto. Hay que vivirlo, en este instante, estés donde estés. Cuando me leas o me escuches te encontrarás a ti mismo. Es la única verdad. Lo demás es verdad fabricada o disfrazada.
… Silencio…
Ve eso claramente, más y más claramente. Percibe su evidencia e irresistibilidad.
… Silencio…
Y la paz se expande, sin límites, en lo infinito de tu Presencia. Instalémonos, si así lo deseas, y nunca más habrá diferencia, siempre estarás coincidente con esto porque esto es simple, porque esto no admite discusión ni cuestión alguna.
… Silencio…
Ahí está tu reino, ahí está la Luz y lo que está más allá de la Luz. Y nada puede escapar del Amor pues el Amor es toda vida. Cada soplo y cada latido es Gracia.
Cada vez más inmutable, cada vez más vasto y cada vez más insignificante. De lo más denso a lo más liviano, en cualquier forma que estés y más allá de toda forma, la misma magia y la misma belleza. Todas las respuestas están ahí. Todas las preguntas también. Sin embargo bien sabes que ninguna pregunta ni ninguna respuesta puede igualar o aproximarse a lo que ahí está.
En cada soplo en adelante y en cada día estará el recuerdo más vívido. De hecho recuerdo no será sino realidad en cada situación de tu vida pues lo sabes, lo percibes y lo ves. Te lo he dado todo pues te has entregado.
… Silencio…
Te amo. Eres Amor, eres lo Verdadero, eres la Libertad y mucho más aún pero ahí las palabras no sirven.
En este lugar que no es un lugar todos los posibles están reunidos. Aquí nada es imposible. Permite que bendiga tu Presencia en una intensidad tal que solamente puede derramar gozo. Ten esto muy presente en ti. Recuérdalo en cada dificultad y verás que no hay dificultad. Fuere cual fuere tu estado, fuere cual fuere el aspecto de tu forma, fuere cual fuere tu edad, fuere cual fuere tu vida en el seno de lo efímero, todo eso no es nada.
Te bendigo a través del Fuego Ígneo y a través del Fuego sagrado.
Te amo.
Escucha y oye la fuerza de este Silencio, la fuerza entre las palabras, y la dulzura.
Te amo.
No confíes en mis palabras sino en lo que tu corazón experimenta en este instante, como en cada instante si así lo deseas. Afírmate en mí y confía en mí. No soy sino tú despojado de toda forma, de toda historia y de toda condición. Ahí estamos juntos, en esta llama perpetua que ningún viento contrario puede apagar.
… Silencio…
Quédate ahí, inmutable y vasto. La Gracia te arroba en beatitud, en felicidad. ¿Acaso habrá algo – en tu mundo, en tu historia como en cualquier mundo – más importante que esto?
Mil palabras como mil horas no pueden describirlo. Ninguna música - ni siquiera aquella de las esferas - basta. Eres eso y todo lo demás si quieres pero no pierdas nunca de vista esto. Recuerda, no hay esfuerzo, no hay castigo ni recompensa. Solamente está la Evidencia. Lo que eres, lo soy. Lo que yo soy, cada uno de ti lo es también.
Ten esto muy presente. No lo memorices. Déjalo simplemente fluir, libremente.
En esto te bendigo. En esto te espero.
Paz para ti, paz para este mundo donde todavía estás. Acuérdate ahora de lo que eres, de lo que has sido y de lo que serás siempre, cual fuere la forma que elijas, así como en lo informe y en lo sin forma.
Es hora de dar término por un tiempo a mis palabras pero, incluso sin palabras, la Presencia persiste. Presencia del Amor, Presencia como Ausencia, todo está ahí y todo es don. Te doy gracia y te felicito por tu constancia, pese a tus resistencias, cuales hayan sido éstas, pese a tu vida o tus vidas, cuales hayan sido, en una forma u otras en este mundo humano o en otros mundos. Mantente en esta Libertad y en esta Paz. Nunca más estaré ausente de lo que eres. Quedo en silencio ahora por unos instantes y traigo a lo formal lo ocurrido contigo. En cualquier lugar que estés, a través de la lectura o de la escucha, esto queda presente. No hay distancia y no habrá pérdida, si así lo deseas. Es tu libertad.
Te amo, digas lo que digas, pienses lo que pienses e – incluso si te olvidas de mí – te sigo amando siempre.
Quedo en silencio.
… Silencio…
Bendecido eres.
Hasta muy pronto. Hasta siempre si así lo deseas.
Callo ahora.
Descansa.
… Silencio…
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