15 de Agosto de 2016
Soy María, Reina de los Cielos y de la Tierra. Hijos del Amor, me dirijo a vosotros en este día de la Asunción, no como representante de la Confederación Intergaláctica de los Mundos Libres, porque como sabéis, hace muchos meses que todos nosotros nos expresamos con una única voz. Vengo a veros hoy como María, la que engendró y pisó esta tierra, al igual que los que estáis en encarnación, habiendo conocido la vida, la muerte y la resurrección.
…Silencio…
No vengo a anunciaros nada en particular ya que todo lo que es visto en vosotros y alrededor vuestro hoy, os enseña claramente, si realmente queréis ver las cosas de frente, que en este momento se viven los tiempos que fueron profetizados a través de numerosas voces, tanto por el muy amado Juan, como por el conjunto de los profetas que han recorrido este mundo en encarnación.
Acordaos antes de nada que todo esto acontece en vosotros, tal y como lo podéis ver en la pantalla de este mundo. Así que por supuesto, más que nunca, todas las palabras de los Ancianos, de las Estrellas y de los Arcángeles sólo están aquí para poneros frente a vosotros mismos, frente al miedo o frente al Amor, con el fin de asentaros con firmeza en el Amor que borra y trasciende cualquier miedo.
Así que cada uno de vosotros, cada uno de mis hijos, estén donde estén en esta tierra, se encuentra confrontado con esta última elección. Ya no se trata de alguna asignación vibral, ya no se trata de posicionarse en alguna otra parte que no sea en el Corazón del Corazón, ahí donde el Amor incondicionado lo trasciende todo, sino también donde el amor humano retoma todo su sitio y toda su verdad, y sobre todo toda su eficacia. El conjunto de las circunstancias de vuestras vidas, sea cual sea vuestra vida y estéis donde estéis, con la edad que sea, hoy sólo está allí para poneros frente a este dilema, si puedo decirlo así: el miedo o el Amor. Así, como madre pero también como humana, vengo hoy a invitaros a aprovechar de este periodo de tiempo que se abre a vosotros durante los últimos meses de este particular año, para asentaros con firmeza en el amor y dejar que el Amor sea, atravesando cualquier persona y cualquier condición que tenéis que vivir durante este período.
Por supuesto, mi hijo, Cristo, es el modelo del Amor. Seguidle, no como se sigue a alguien sino aceptando sin condición todo lo que os proponga la vida ahora, estéis donde estéis en el mundo. Porque cada circunstancia de vuestra vida, en cualquier relación como en cualquier acontecimiento, sólo está allí para poneros, en cada ocasión, frente a esta elección entre el Amor y el miedo. Ya no se trata de comprender lo que sea, no se trata de dilucidar algún elemento desconocido sino más bien de situaros en el eterno Amor, el que trasciende todas las dimensiones, todos los tiempos y todos los espacios, y de afianzar lo que sois de manera visible en este mundo. Oh, no con unas palabras, no con unos discursos, no con unas posturas, tampoco con unos comportamientos, sino directamente por vuestra presencia afectuosa hacia vosotros mismos y hacia cada uno, sea cual sea la animosidad, sea cual sea la satisfacción de la relación o de la circunstancia.
Efectivamente ha llegado el momento ahora de dejar el sitio a la Verdad. No queda ningún sitio para las cosas a medias, no queda ningún sitio para él que quisiera afirmar su persona en detrimento de la Eternidad. La elección entre lo efímero y la Eternidad concluye ahora con lo que cada uno de vosotros vivís. Que atañe a vuestro cuerpo, que atañe a los desafíos que vivís, que atañe a vuestra salud, a vuestra familia, a vuestra profesión, o simplemente a vuestra manera de vivir, todo es pretexto, todo es ocasión hoy, a instalaros definitivamente en el Amor, pase lo que pase a vuestro cuerpo, pase lo que pase con las circunstancias de vuestra vida. La mejor manera de vivir la alegría hoy, es de dejar de querer resolver algo, de dejar de ver lo que está mal, si puedo decirlo así, con relación a la verdad del Amor, sino simplemente dejar esta Gracia extenderse y desplegarse desde el centro de vuestro corazón, desde el Corazón del Corazón, y dejar así la vida colmaros de gracias en cada ocasión, en cada aliento, en cada circunstancia y en cada relación.
Poner el Amor delante y en todas partes, ya no es una palabra vana sino una práctica diaria y de cada instante que os permite, si lo deseáis, vengáis de donde vengáis, que sintáis las vibraciones, que sintáis las coronas o que no hayáis sentido nada hasta hoy, la Gracia obra de manera cada vez más evidente en el momento en que dejáis de resistir, en el momento en que en cierto modo decís Sí a la voluntad de la Luz, a la voluntad del Amor, y borráis por vosotros mismos, sin ningún esfuerzo, haciendo que desaparezca vuestra voluntad personal. Seguid el sentido del movimiento, seguid el sentido de la vida, sed cada vez más humildes y dejad la Luz hacer lo que tiene que hacer en vuestro cuerpo como en vuestras relaciones, como en todos los países de este planeta.
Lo que acontece ante vuestros ojos sólo es el reflejo del miedo. Con los actos más violentos, con los actos más insensatos que la Tierra vive durante este período, no hay nada más que el miedo. En el Amor, nada de todo esto puede existir. El Amor viene a poneros a prueba pero también a confortaros a la verdad del Amor. Que sea el amor humano que conocéis, que con su unión, si puedo decirlo así, con el amor incondicionado que, como sabéis, no depende de ninguna afección sino que responde simplemente a lo que la vida es, a la Gracia y a la Inteligencia de la Luz. No puede haber otra salvación que la de vuestra eternidad, de reconocerla en cualquier punto, en cualquier cosa, en cada minuto de vuestra vida.
Por supuesto, y tal vez lo habéis vivido, numerosos elementos os fueron comunicados para acercaros a ello, que sea los contactos con la naturaleza, que sea unas informaciones más antiguas que os dimos hace mucho tiempo. Hoy, incluso todo esto no debe preocuparos más, ninguna fecha debe ser buscada, ningún placer debe ser buscado, si no es el placer del Amor y de la Gracia que se manifiestan espontáneamente, como lo sabéis, sin ningún esfuerzo y sin ninguna voluntad.
Giraos hacia vosotros mismos, giraos hacia esta Luz que brilla en el Corazón del Corazón y que no necesita ser proyectada, sino que es vuestra naturaleza. Si aceptáis el Amor, si no lucháis contra los miedos – girándoos hacia el Amor–, entonces constataréis que lo que todavía puede quedar de memorias, de resistencias o de elementos difíciles, se atenuarán por sí solos, no porque habrán desaparecido sino porque habréis encontrado el Amor en vosotros, el amor de vosotros mismos, el amor de la Vida en su totalidad. Ahí está Cristo, no está en ninguna otra parte.
Por supuesto, numerosos acontecimientos ocurren cada día en la superficie de esta Tierra, que sean unas modificaciones geofísicas, que sean unos miedos y la violencia manifestándose, pero también la Gracia y el Amor que está ahí, si sabéis mirar con la verdadera mirada y no la de la apariencia, y no la de la satisfacción de vuestros deseos o de vuestros placeres. El Amor os colma, no puede excluir nada ni permitir que nada pueda comprometer lo que sois en eternidad.
En este particular día, como en cada día que ahora pase hasta llevaros a lo ineluctable, sólo está la verdad del Amor. Así que como humana como vosotros, os invito a rezar cada minuto de vuestra vida, no con la oración estéril de las religiones sino con la oración del corazón que no necesita de ninguna palabra, que no necesita de ninguna otra expresión que de acercarse cada vez más a vuestro centro, a vuestro pecho, a vuestra eternidad. Ahí está el único recurso, ahí está el único alimento, porque todos los alimentos exteriores pronto cesarán. Mi Llamada resonará y las Trompetas sonarán en el momento en que la Gracia lo haya decretado. Pero estad preparados porque Él viene como un ladrón por la noche, y ahora puede venir cuando sea para cada uno de vosotros, pero también cuando sea para el conjunto de la Tierra, sea cual sea vuestro posicionamiento, sean cuales sean vuestros miedos, sean cuales sean vuestras vibraciones, sea cual sea vuestra edad.
Ha llegado el momento ahora de dejar apagarse todas las creencias, de dejar que se desvanezcan por la potencia de la Gracia. Acordaos, no tenéis nada que hacer, ningún esfuerzo, porque el Amor es simple y es simplicidad. No se estorba de ninguna explicación, de ningún linaje, de ninguna vibración; simplemente está ahí, ahí donde todo es evidente, ahí donde todo fluye tal una fuente.
Así estáis llamados a la Gracia, ya no por momentos, ya no como un estado sobreviniendo en determinados momentos, sino como un estado permanente e indecible, e indeleble, donde nada puede ser como antes. Así la mariposa emerge; algunos de vosotros ya vuelan hacia la Eternidad. Vosotros que todavía estáis en vuestra vida aquí en la Tierra, acordaos que lo esencial es el Amor. Ninguna herida, que sea por dinero, que sea afectiva, no puede impedir que el Amor venga a cicatrizarla, en el momento en que vuestra conciencia aparte la vista de estas heridas y se gire en totalidad hacia el amor manifestado, que sea el amor humano, lo repito, como el amor incondicionado. Todo lo que se presenta a vuestra conciencia, en vuestra vida, sólo está allí para orientaros, incitaros si preferís, y llevaros ahí donde está vuestro verdadero sitio, el que no sufre de ninguna limitación de tiempo o espacio, de ninguna edad, de ninguna condición o de ninguna suposición.
Hoy vengo a llamaros, como humana como vosotros, acompañando su creación hasta el final, a que Cristo obre en vosotros. A que pongáis y que miréis vuestras manos cada día con una mirada renovada que no depende de vosotros, que no depende de vuestras condiciones, sino que depende únicamente del Amor. Estad alertas y estad atentos a este amor. Haced que vuestros ojos y vuestra conciencia sólo vean cada día el Amor, sean cuales sean las dificultades, sean cuales sean los sufrimientos de vuestros cuerpos o de vuestras vidas. Sólo el Amor es capaz de curaros; ninguna ciencia, ninguna medicina hoy es necesaria en el momento en que el Amor se manifiesta en vosotros desde el centro de vuestro corazón y en cada una de vuestras células. Ahí está la única alegría, la que nunca se acaba, la que nunca se apaga.
Así que no voy a comunicaros nada nuevo sino más bien animaros a vivir los acontecimientos que sean, de vuestra vida como a nivel colectivo, con la misma intensidad y sobre todo con el mismo amor. Independientemente de cómo os alcance u os afecte, el Amor crecerá siempre en el momento en que os volvéis hacia el, en el momento en que vuestra oración silenciosa os acompañe en cada mirada y en cada respiración que tengáis en este mundo. Acordaos, de una manera más evidente que nunca, sin buscar, sin reflexionar, que el Amor es la respuesta y que éste es el mismo para cada uno de vosotros como para un Arcángel, como para la vida más minúscula en la tierra. Sin amor, vais a vivirlo si ya no es el caso, no hay ninguna posibilidad de Eternidad. El Amor es ahora el bálsamo que colmará todo lo necesario.
Acordaos que esto es muy simple y que el efímero no puede contentarse con lo que es simple – sólo la Eternidad puede. Vuestro Espíritu de Verdad, vuestro Impersonal, vuestro Espíritu del Sol, el Coro de los Ángeles, todo lo que os fue transmitido desde hace muchos años, encuentra hoy un cumplimiento natural y espontáneo de las gracias del Amor y de la Vida. Una vez más, que estéis afectados en vuestra carne, en vuestras emociones, en vuestros pensamientos, en vuestra vida, esto se aleja de vosotros en cuanto os volvéis hacia el Amor – que está en vosotros antes de ser manifestado en la Tierra por las Trompetas, por Cristo, por mi Llamada y por las tribulaciones que la Tierra empieza a vivir desde hace algunos meses. Todo esto pasa y pasará, sólo el Amor permanecerá.
Entonces, como hermana humana, os invito a ir cada vez más profundamente en vosotros, hacia este amor que sólo pide emerger a pesar de todo lo que podréis llamar como karma, herida, o sufrimiento, sea cual sea su naturaleza. Giraos hacia vosotros mismos, no como persona por supuesto, sino hacia vuestra eternidad, vuestro espíritu, ahí donde late vuestro corazón. Todo está ahí, absolutamente todo, no falta nada, y de manera cada vez más visible a vuestra conciencia, a vuestros ojos, a vuestros sentidos. Todo lo demás, sea cual sea vuestra dosis de sufrimiento o de incomodidad, sólo pasa y pasará cuanto más rápido aceptéis lo que sois, este Espíritu de Verdad, esta pureza de amor al cual no le importa las máscaras sociales, las máscaras de la apariencia, de vuestras condiciones físicas, de vuestra condición familiar, que no depende de nada y que sin embargo actúa sobre todo con la misma ecuanimidad.
Haced lo mismo en vuestra conciencia, conformaos al modelo que queréis, que sea Cristo, que sea Buda, que sea yo, que sea Krishna o que sea el nombre que queráis, no tiene ninguna importancia, es vuestra última muleta. Ha llegado ahora el momento de andar y de afrontar lo que sois en verdad.
Cada día y cada noche traerá a cada uno de vosotros, según vuestros modos de comunicación, diría yo, lo que es útil para acercaros cada vez más a la sencillez de vuestro corazón, a la sencillez del Amor, a la sencillez de la Verdad. No necesitáis ni emociones, ni comprensión, sólo necesitáis estar ahí, yendo a vuestras ocupaciones, las que sean, en el mismo estado de oración interior y de silencio. Si así lo hacéis, las gracias os inundarán de un modo a menudo sorprendente y nuevo para cada uno de vosotros, dándoos a ver la Verdad que sostiene la apariencia de este mundo, la apariencia de las ataduras, la apariencia de los errores de esta humanidad privada de su divinidad.
Se acaba por fin. Con vosotros, cantamos ahora unas loas, para que mi Llamada se traduzca en cierto modo por una intensidad más grande de conversión a la verdad del corazón, si puedo decirlo así. Las creencias, como lo veis, unas tras otras se deshacen, dejándoos al desnudo, a veces sin referencias, sin siquiera poder apoyaros en la Luz – aparentemente –, ni en las religiones, ni en la familia, ni en nada de nada. Todo esto sólo es una invitación a ir hacia vosotros con ligereza, con plenitud y con gracia. Para ello, por supuesto, todo lo que atañe a vuestra persona, a la personalidad, finalmente a vuestra historia en el seno de este efímero, debe pasar realmente y concretamente a un segundo plano, no por algún esfuerzo de voluntad sino simplemente por la gracia del Amor.
Poned el Amor delante en cualquier cosa, poned la Luz, dejad que la Luz sea. Es lo que sois, no os necesita, necesita vuestro ser profundo, vuestro ser eterno, el que se reconoce en mí, en Cristo, como en cualquier sabio y en cualquier santo. Volveos como niños, vivid el instante presente. Estad alertas y atentos, no para comprender, no para rechazar, no para solucionar, sino más bien para ser cada vez más vosotros mismos, si puedo decirlo así, acaparados por vuestra eternidad. Vuestro efímero seguirá hasta mi Llamada, con felicidad, con elegancia y con facilidad, en el momento en que os apoyéis sobre vuestro corazón y vuestra eternidad, y sobre nada más.
Amad, amad cada circunstancia de vuestra vida, cada encuentro, con una intensidad, si puedo decirlo así, multiplicada con relación a lo que habéis vivido con las vibraciones, con vuestra supraconciencia, porque ahí, ahora, tocáis el Corazón del Corazón – es decir el Espíritu – al que no le importa las vibraciones, al que no le importa lo que pasa, al que no le importa la mismísima Ascensión, ya que el Espíritu se revela. El mismo se ha revelado a sí mismo y entonces ha ascensionado en sí mismo.
Si adoptáis estos preceptos, cada día de vuestra vida y cada aliento de vuestra vida se llenará cada vez más de Alegría, de Ligereza, de Evidencia. Incluso las problemáticas por resolver en vuestra carne o en vuestra cabeza, ya no tendrá ni la misma importancia, ni tampoco la misma densidad. Os volveréis entonces cada vez más ligeros. No busquéis ninguna solución, no busquéis ninguna explicación, no os apoyéis más en ninguna creencia sino que volveos la roca eterna de vuestro Corazón del Corazón, en el Amor y en la Gracia.
Os es accesible sin ninguna condición de vibración, sin ninguna condición de karma, sin ninguna condición de creencia. Sed espontáneos y sed verdaderos, dejad que hable la Luz, incluso a través de vuestras palabras. No reflexionéis sobre nada, dejad que la espontaneidad y la Gracia os invadan más allá de cualquier saturación y límite. No hay nada más que hacer. Por supuesto que los pueblos de la naturaleza están siempre a vuestra disposición, por supuesto que cada una de vuestras relaciones, cada una de vuestras afecciones está allí para enseñároslo. Hasta vuestros enemigos, en todo caso aquellos que podríais considerar como unos enemigos opuestos a vuestra gracia, sólo están allí para afirmaros en la Gracia y para nada más.
Las circunstancias de este mundo, a nivel individual y colectivo, como tal vez os habéis percatado, están cambiando por completo. La superposición de la Eternidad y del efímero pone fin al efímero, el vuestro como el de cualquier leyenda o de cualquier historia, como de cualquier creencia. Ser uno mismo, es por supuesto ser humilde, es por supuesto ser transparente. Es sobre todo ya no estar más apegado, ni enganchado por ningún elemento de vuestra historia, por ningún sufrimiento de este cuerpo o ninguna dificultad en la relación que sea. Si tenéis la inteligencia – totalmente humana – de poner el Amor delante, entonces la Inteligencia del corazón se desvelará con mucha majestad porque habéis soltado lo que os tenía atado.
Ha llegado el tiempo de la Resurrección, haciéndoos decir sobre vuestra cruz, sea cual sea: « Padre, deposito mi espíritu entre tus manos ». Ahí está la Resurrección, ahí está la Ascensión, ahí está la Asunción y ahí está la Libertad. Aparte de esto, como lo veis en la sociedad, dondequiera que estéis en este mundo, las libertades personales e individuales se reducen. Esto es normal porque representa las fuerzas de resistencia que todavía subsisten cuando algo se muere y que el recién nacido todavía no ha nacido, que el nacimiento se hace con más o menos evidencia para cada uno de vosotros.
Acordaos sólo de esto de lo que dije en este día. El Amor es simple, la Gracia abunda en el momento en que vuestra persona, vuestra apariencia no está al frente de la escena. Hoy, la vida os llama a salir de múltiples maneras y de múltiples formas del juego de la apariencia de vuestra persona, inscrita entre el nacimiento y la muerte, con el fin de vivir vuestra eternidad y decir finalmente, como Cristo: «Estoy vivo, he renacido de nuevo, he resucitado».
Sean cuales sean las manifestaciones de vuestro mundo como de vuestro cuerpo, no lo veáis como una anomalía, una enfermedad o una resistencia, sino simplemente como la iluminación de la Luz que a veces viene para alumbrar violentamente lo que puede quedar en vosotros de creencia, de efímero, o de bloqueos, como decís. Todo esto sólo son unos juegos que no son nada ante vuestra eternidad.
El tiempo de mi Llamada ha llegado, y los cuatro meses y medio que os separan del final de este año van a ser, para el conjunto de la Tierra, extremadamente movidos, y es alrededor de lo que se remueve y lo que se mueve y lo que cambia, lo que se disuelve, que la serenidad del corazón pueda encontrarse con más facilidad. Experimentadlo. ¿Qué riesgo hay?, ¿qué tenéis que perder cuando todo os es dado con abundancia y gracia?.
Olvidad los rencores y los odios, olvidad las heridas, olvidad el futuro porque no hay ningún futuro, sólo está la Eternidad. Aquellos de vosotros que todavía creen en la emergencia de un nuevo mundo aquí mismo, en esta dimensión, deben ahora ver la evidencia de que este mundo no tiene ninguna supervivencia posible. Cada día os lo demuestra, que sea para vuestro cuerpo, que envejece o que acaba de nacer, que sea para la sociedad, que sea tradicional, primitiva o liberal, como decís. No hay ninguna solución en esto. La verdadera solución está en vosotros, entonces dejad que esta solución Una – la única verdad – aparezca ante vuestra mirada maravillada.
Rezad cada minuto; no necesitáis ninguna palabra, no necesitáis apelar a nada que estuviera al exterior vuestro ya que todo está en vosotros, os lo hemos repetido tantas veces. Os incumbe averiguarlo, os incumbe estableceros en esta Morada de Paz Suprema donde ninguna herida pueda afectar lo que sois en este mundo. Ahí está vuestra eternidad.
…Silencio…
Invito pues, en este día de Asunción, el conjunto de mis hijos y el conjunto de la vida en La tierra a la rendición a la Luz, a la rendición al Amor. Sean cuales sean vuestros miedos, el Amor siempre es más grande que el más grande de los miedos. Averiguadlo en vuestro cuerpo, averiguadlo en cada ocasión – ahí está la verdadera oración.
Vuestro único alimento se volverá muy pronto lo que sois en verdad y en eternidad. Ya es el caso, lo sé, para muchos de mis hijos que ven sus costumbres anteriores desaparecer, que ven sus últimas creencias desmoronarse. No veáis la herida, de hecho ellos no ven la herida, ven simplemente el establecimiento de la gracia del Amor.
…Silencio…
Nuestras manifestaciones, que sean las de la Confederación Intergaláctica de los Mundos Libres, que sean de los pueblos de la naturaleza, que sean también entre vosotros y un hermano o una hermana, es la misma cosa. El Amor sólo pide tomar todo el sitio; ninguna apariencia se sostiene ante el Amor. Ahí está vuestro salvoconducto y será no sólo cada vez más evidente sino que diría, en cierto modo, cada vez más esencial y vital. Sois el Espíritu, sois el Amor, sois la Luz que tomó un cuerpo como vehículo. Sólo la Eternidad puede satisfacer todas vuestras heridas, todas vuestras historias y todas vuestras dudas. Entonces ahora no vaciléis en adentraros en esta oración perpetua del corazón, ahí está el Amor y en ninguna otra parte.
…Silencio…
Así que he venido a invitaros a comulgar con vosotros mismos y en vosotros mismos, aquí mismo, sean cuales sean las aportaciones de las demás dimensiones, sean cuales sean las revelaciones que hayáis vivido, sean cuales sean los encuentros que hayáis tenido en un plano físico o sutil, sean cuales sean vuestras expansiones de conciencia. Dejad que la alegría sea lo que sois, ahí donde no hay más sed, ahí donde no hay más preguntas, ahí donde no hay más interrogaciones, ahí donde no hay ni tiempo ni espacio, ahí donde está el Amor desnudo que sois.
Ahí está vuestro único alimento y la única cosa esencial durante estos tiempos turbios de la Tierra -que van a intensificarse, no lo oculto, en una escala mucho más grande que lo que fue vivido hasta ahora-. Todo esto forma parte del establecimiento del reino del Amor, del reino de los mil años, en otro estado, en otra forma y en otra libertad, que no tiene nada que ver con la libertad que habéis podido ver en la estructura social de este mundo. Redescubrid la libertad, no la de actuar como queráis en este mundo, sino la de ser vosotros mismos en cada aliento y en cada minuto, en cada mañana como en cada noche. Ahí está la única manera de volveros, vosotros mismos, este hijo ardiente del sol, este KI-RIS-TI, este Cristo resucitado.
…Silencio…
Permitidme a mí también, como Madre de la humanidad, de estar presente a vuestros lados en el momento en que entráis en vosotros. Hasta diría que no hace falta ya percibir nuestras presencias, percibir el Canal Marial, percibir vuestros chacras o los nuevos cuerpos, o las Estrellas y las Puertas. Una conciencia desnuda está allí, os espera, no depende de ninguna manifestación exterior – ni siquiera de la Luz–, sino que es la mismísima Luz, lo que sois.
Así que cada día y en cada instante todos nosotros estamos en vosotros, presentes a vuestros lados y en vosotros. Ya no estamos simplemente en relación o en comunión, ya no estamos solamente en fusión – como durante los mecanismos de conciencia que tal vez habéis podido vivir –, sino que es la instalación del reino del Amor, que no depende de ninguna circunstancia, ni de ningún estado anterior.
Así viviréis el Estado de Gracia y el abandono a la Gracia sin dificultad, sin necesidad de aislaros, sin necesidad de huir la circunstancia que sea, que ésta ataña a vuestro cuerpo, a vuestras relaciones, a vuestra pareja, a vuestro trabajo. Es en esto que vosotros mismos estáis en vuestra eternidad, que no depende de ninguna circunstancia y de nada más, sólo del Amor que sois.
Permitidme, queridos hijos, estéis donde estéis en la tierra, en el momento en que leáis o escuchéis lo que acabo de decir, de bendeciros ahora, estéis donde estéis. Después de escucharme, después de haberme leído, cerrad vuestros ojos y entrad en vosotros. No os apeguéis a nada de lo que pasa, que sea una emoción, un pensamiento, una vibración, una energía, estad simplemente ahí. Sed el receptáculo de la Luz, sed el vaso sagrado que se llena y que se descubre a sí mismo como Luz.
Os doy mi bendición eterna e infinita.
Os doy lo que sois, en Amor y en Verdad, en Espíritu.
Así, de corazón a corazón, cada uno de vosotros es apto para realizar la misma cosa, cruzándose con un desconocido en la calle, teniendo el problema que sea. Estad en alegría y en verdad. No reaccionéis, no calculéis nada, sed vosotros mismos cada vez más a menudo, cada vez más fácilmente y con una evidencia cada día más grande. Todo está ahí, todo lo demás sólo pasa.
Os amo, os abrazo contra mi corazón a cada uno de vosotros, mi corazón que es vuestro corazón.
La que fue mi carne es hoy vuestra carne. Lo que es mi espíritu es vuestro espíritu, de toda eternidad. Todo está ahí, todo está en vosotros. ¿Lo aceptáis? Averiguadlo por vosotros mismos, no lo creáis. Os amo y os bendigo, estéis donde estéis, el día que sea cuando leáis o escuchéis lo que acabo de decir. No hay nada nuevo, lo veis. Por supuesto que muchos acontecimientos interiores se han producido, que os llevaron hasta el Sí, hasta el Absoluto, hasta el Impersonal. Hoy no hay más etapas, el conjunto de las Obras se han realizado, el conjunto de las Bodas se han realizado. Sólo queda poneros a prueba vosotros mismos y a estableceros en vuestra eternidad.
De corazón a corazón, que la Gracia y Cristo os acompañen en cada minuto y en cada segundo. Os amo.
Adiós.
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