Hallan pruebas del «origen marciano» de la vida en la Tierra
Todos podríamos ser los descendientes de una primera forma de vida llegada de Marte en meteoritos, según una nueva investigación
En febrero
de 2009, y bajo el título de ¿Somos
todos marcianos?,ABC publicaba un artículo sobre
esta inquietante posibilidad. Entonces, H. Jay Melosh, profesor de Ciencias Planetarias
de la Universidad de Arizona y una de las máximas autoridades mundiales en el
estudio de impactos de meteoritos contra la Tierra, defendía la hipótesis de
que la vida podría haberse
originado antes en Marte que en nuestro propio mundo, para viajar después
hasta aquí a bordo de meteoritos. Sin embargo, y aunque la idea es más que
plausible, Melosh no disponía entonces de datos suficientes para afirmar que,
efectivamente, la vida que conocemos no procede de la Tierra. Ahora,
investigadores norteamericanos del Instituto Westheiner de Ciencia y Tecnología
creen haber resuelto la cuestión.
La vida
terrestre, según ha explicado este miércoles Steven Benner, uno de los padres
de la Biología sintética y experto en el estudio de vida temprana, surgió en Marte
y desde allí se trasladó a nuestro planeta, donde encontró las condiciones
necesarias para prosperar. El “viaje” hasta aquí se llevó a cabo gracias a meteoritos caídos en Marte y algunos de cuyos escombros, lanzados
de nuevo al espacio por la violencia de las colisiones, llegaron después a la Tierra con su
preciosa carga biológica en
una suerte de “carambola
cósmica”.Benner ha expuesto sus conclusiones en Florencia, donde estos días
se celebra la conferencia anual Goldscmidt, que reúne a 3.000 de los más
prestigiosos geoquímicos del mundo.
La idea de
la “migración” de la vida de Marte hasta nuestro planeta se basa en un buen
número de hechos bien establecidos. Primero, cuando el Sistema Solar era aún
joven, los climas de Marte y de la Tierra eran mucho más parecidos entre sí de
lo que son hoy, de forma que la vida que surgiera en cualquiera de los dos
mundos podría haber sobrevivido fácilmente en el otro. Segundo, se estima que
han llegado ya hasta la Tierra cerca de mil
millones de toneladas de rocas procedentes de Marte, arrojadas al espacio
tras el impacto de meteoritos sobre la superficie marciana. Y tercero, se ha
demostrado que algunos microbios son capaces de sobrevivir a estos tremendos
impactos y, lo que es más, pueden mantenerse “en suspenso” durante los cientos,
o miles de años de duración de su travesía espacial.
Por lo
tanto, la idea de que la vida surgiera en uno de los dos planetas para ser
después “transportada” hasta el otro, resulta más que plausible. Por último, la
dinámica orbital de Marte y de la Tierra hacen que seacien veces más fácil
para una roca viajar de Marte a la Tierra que al revés. Por lo que si la vida efectivamente
surgió primero allí, algunos microbios habrían podido perfectamente
“trasplantarla” hasta la Tierra, de modo que todos seríamos sus descendientes.
La nueva
prueba que permite a Benner afirmar que la vida terrestre surgió en Marte está
en una forma mineral y
altamente oxidada del molibdeno, un
elemento crucial para el origen de la vida pero que, hace más de 3.000 millones
de años, solo estaba disponible en Marte, y no en la Tierra. “Además –asegura
Benner –estudios recientes muestran que esas condiciones favorables para la
vida aún pueden estar presentes en el Planeta Rojo.
“Solo cuando el molibdeno
sufre una alta oxidación es capaz de influir en la formación de la vida
temprana”, asegura el investigador. “Y esta forma oxidada de molibdeno no
podría haber estado disponible en la Tierra en el momento en que la vida
comenzó, porque hace tres mil millones de años la superficie de la Tierra tenía
muy poco oxígeno. Todo lo contrario que en Marte. Se trata de otra evidencia
que hace que sea más probable que la vida llegase a la Tierra a caballo de un
meteorito marciano en lugar de que empezara aquí, en este planeta”.
La paradoja del alquitrán
La investigación de Benner afronta directamente dos de las cuatro paradojas que hacen difícil para los científicos comprender en qué modo podría haberse originado la vida en la Tierra. La primera de ellas es la que el propio Benner ha bautizado como la “paradoja del alquitrán”. Todos los seres vivos están hechos de materia orgánica, pero si se añade energía (ya sea luz o calor) a esas moleculas orgánicas y se las deja después crecer a su aire, nunca terminan creando vida. En su lugar, se convierten en algo muy parecido al alquitrán.
“Ciertos elementos, como el
boro o el molibdeno, parecen ser capaces de controlar la tendencia de la
materia orgánica a convertirse en alquitrán, por lo que creemos que ambos
resultan fundamentales para que la vida pueda dar sus primeros pasos. El
reciente análisis de un meteorito marciano muestra claramente que hay boro en
Marte. Y creemos que también hay allí una forma extremadamente oxidada de
molibdeno”.
Según la segunda paradoja,
la vida lo habría tenido muy difícil para surgir en la Tierra porque en ella
había demasiada agua. De hecho, es incluso probable que el agua llegara a
cubrir, en algunos momentos, la entera superficie de nuestro planeta. Y aunque
el agua resulta fundamental para que la vida prospere y se desarrolle, no es
adecuada para su origen. De hecho, el agua no permite que se concentre el boro
en las cantidades necesarias para que la vida surja. Y, peor aún, resulta
altamente corrosiva para el ARN, las moléculas geneticas más antiguas. Y si es
cierto que en aquellos lejanos tiempos también había agua en Marte, también lo
es que allí, en el Planeta Rojo, el agua cubría zonas mucho más pequeñas que en
la Tierra primitiva.
“Las
pruebas –afirma Benner- parecen indicar que todos
nosotros somos marcianos, que la vida comenzó en Marte y llegó hasta la
Tierra en una roca. Fue una suerte, después de todo, que acabáramos aquí, ya
que sin duda la Tierra es el mejor de los dos mundos a la hora de sostener la
vida. Si nuestros hipotéticos antepasados marcianos se hubieran quedado en
Marte, seguramente no habría habido ninguna historia que contar”.