lunes, 28 de marzo de 2016

Planeta X puede ser una realidad...


El hipotético noveno planeta del Sistema Solar, el hasta ahora llamado Planeta 9, puede ser descubierto oficialmente en los próximos días gracias a un descubrimiento crucial hecho por astrónomos.
Konstantin Batygin y Mike Brown, dos importantes científicos planetarios de Caltech, presentaron en enero una serie de simulaciones basadas en las órbitas de seis objetos astronómicos del cinturón de Kuiper que respaldan la existencia del Planeta X (o como lo llaman ellos, Planeta Nueve). Aunque sólo sean cálculos, un astro de al menos 10 veces la masa de la Tierra explicaría las perturbaciones en el movimiento de estos objetos. El esquivo Planeta X se encontraría en algún punto entre las 200 y 1200 unidades astronómicas de distancia desde el Sol.
Brown, que descubrió el planeta enano Eris y jugó un papel clave en la expulsión de Plutón de la categoría de los planetas, ha desvelado en su perfil de Twitter que ahora son siete los objetos transneptunianos con órbitas excéntricas que encajan con su teoría. “Está exactamente donde el Planeta Nueve dice que debería estar” tuiteó Mike.
El nuevo integrante se llama uo3L91 y fue descubierto por el observatorio Canadá-Francia-Hawái como parte del proyecto OSSOS (Outer Solar System Origins Survey). La información sobre su órbita fue presentada por la astrónoma Michele Bannister en el SETI. El cuerpo celeste, que fue hallado en una búsqueda aleatoria y tiene un afelio extremadamente alargado, se suma a Neptuno, Sedna y otros cuatro objetos con perturbaciones extrañas.
Las afirmaciones de Mike Brown en Twitter son preliminares y aún no se han publicado en ninguna revista científica. Sin embargo, OSSOS está estudiando nuevos objetos del Cinturón de Kuiper para comprobar si sus movimientos son consistentes con la teoría del astrónomo o si existe alguna otra explicación para sus órbitas excéntricas.
La comunidad científica seguirá siendo escéptica sobre la existencia del Planeta X mientras no se consiga una detección directa. El supuesto astro está tan lejos que no refleja la luz del Sol, pero eso no explica por qué no hemos observado aún la radiación infrarroja de su propia energía. Estas nuevas evidencias podrían empujar a los astrónomos a hacer búsquedas específicas en el área predicha por la hipótesis.

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