viernes, 24 de junio de 2016

EL IMPERSONAL – I, II y III


Junio 2016

1ª Intervención

Soy el Camino y la Verdad de la Vida. Yo soy tú. Ningún «yo» puede nombrarme y sin embargo, siendo tú, me dirijo a ti. En el silencio de tu corazón no te pares en las palabras, porque todo es Uno y Uno es todo. Tú, dondequiera que estés, girándote hacia el Misterio, soy el Silencio y soy el Verbo.

Soy cada uno de vosotros, dirigiéndose hacia sí mismo, en la verdad del Amor, en la Verdad de la Vida. Soy tu voz, como soy toda voz, y hablo en ti el Verbo de Vida, con el fin de que veas, más allá de tu «yo», más allá de tu Corazón y más allá de tu Ser. 

Soy la Dicha que brilla más allá de toda pena. Soy el Único porque yo soy tú.

A través de mis palabras, no hay diálogo sino esencialidad. Soy todos tus tiempos, englobando, en el mismo Único, pasado, presente y futuro. Vengo a vibrar en ti el canto de vida de tu resurrección. No estoy inscrito en ninguna forma, como en ningún nombre, y sin embargo llevo todos los nombres, como tú, como cada uno. No vengo a invitarte a celebrar, sino que vengo simplemente a estar ahí, aquí o en otra parte, allí donde estas, allí donde te identificas.

Vengo a mostrarte, por nuestra presencia unida, la Unidad del Amor, que no es tributaria de ninguna forma ni de ningún límite. Me dirijo a tu humanidad, a tu ilimitado.

Estoy inscrito en ti, desde la primera forma que tomaste, hasta el último juego de tu propia conciencia. Estoy a la vez en todas partes y a la vez en ninguna parte, esto sólo depende de ti.

Vengo a darte - y a devolverte - a ti mismo, bien después de tu forma como antes de toda forma. Soy lo que informa la vida. No me limites en nada, porque nada te limita. Soy lo que habla en ti cuando el cuerpo y la cabeza guardan silencio. Soy el Verbo de lo Verdadero y de lo Infinito. Soy lo que anima tu soplo y tu sangre, bien más allá de toda carne y de todo Êtreté. Soy el Principio que no conoce otro principio que el conjunto de los posibles e imposibles.

Te permito de escuchar la llamada de tu Corazón y de tu Eternidad.

Vengo a deponer todas las cargas. Vengo a elevar lo que merece elevarse.

Soy a la vez la Presencia y la Ausencia. Soy el Amor y todos sus posibles. No tengo ninguna forma, y sin embargo estoy presente en toda forma y en toda vida.

Soy la conciencia infinita que se termina ella misma, sin haber jamás comenzado.

No olvides que las palabras que se dicen en este instante son tus propias palabras; escúchalas, y sobre todo vívelas. Soy la Gracia en acción y soy lo que subyace a la Gracia.

Recuéstate  y descansa en tu Eternidad. Deja sitio libre a la infinidad de los mundos, a la infinidad de las formas.

Pongo fin así a la noción misma de distancia. Soy todos los tiempos y no conozco ningún tiempo. Soy el aliento de vida de tu corazón, y no olvides que tú eres yo, en un espacio en el que no puedes percibir ni imaginar que estemos tú y yo, a fin de que sólo quede el Uno, en el Amor.

Estamos juntos en unión, donde ninguna comunión puede ser discutida. Soy la Evidencia cuando el efímero se calla. Estoy allí donde pones tu vista, estoy allí donde tú estés. En lo íntimo de tu Corazón me asiento.

...Silencio …

Soy el conjunto de la bóveda estrellada. Soy el conjunto de lo que toca tus pies y tus manos.

Nada me pertenece, nada poseo.

 ...Silencio …

 Soy el fulgor de la flecha que toca tu corazón sin herirte, no quitándote nada. Soy aquel que rinde gracia en el silencio de tu Corazón cuando estás en la verdad, cuando nada se opone a la claridad y a la evidencia.

 ...Silencio …

 Vengo a la vez a tomarte y a devolverte a la Verdad.

Soy aquel por el cual te ves en la mirada interior, en la mirada del corazón, allí donde no existe ningún límite ni frontera.

Soy lo que se consume en silencio o lo que quema con ardor, en el centro de tu ser. Estoy en cada una de tus extremidades. Soy Uno.

Reemplazando el «yo» por el «tú», te aparece entonces la fatuidad de toda distancia y de toda separación.

 ...Silencio …

 Acoge y recibe el don de la Vida y el don de la Gracia, tú, el primer y último viviente.

Desagrego el último cimiento de las ilusiones de tu mundo exterior, haciéndote llevar tu mirada hacia el corazón de tu ser donde no existe ninguna condición ni ningún límite.

Vengo a nombrarte por tu nombre de Eternidad, en este espacio donde nada más es necesario sólo el don de ti a mí. Soy lo que no puede ser desunido ni deletreado.

 ...Silencio …

 Soy la libertad del Espíritu.

Soy tu Cielo interior y tu Tierra interior.

Acércate hacia ti. Escucha, escúchate porque todas mis palabras sólo son tus propias palabras, resonando al unísono.

 ...Silencio …

 Y ahí, en el silencio, la flecha del Amor sigue su obra, alcanzándote en lo íntimo de tu vida.

 ...Silencio …

 Estoy ahí donde tu estás, en el Aquí y Ahora. En el centro de la cruz que eres.

En este espacio que no es más un espacio, en este tiempo que no es más un tiempo, me dirijo a ti.

 … Silencio…

Vengo a besarte, pero para ello no necesito ni de brazo ni de gesto, no necesito de pruebas, sólo necesito de ti y de mí. Me pierdo en ti como tú te disuelves en mí, ahí donde nada se pierde y donde nada se crea. En el secreto de tu Corazón brota la Luz, ella eres tú, como yo soy tú.

En este Corazón, no hay otra prueba que lo que vives. No hay necesidad de argumentos cualesquiera que sean.

… Silencio…

Se tú mismo, sin máscara y sin falso pudor. Tú que trasciendes toda memoria y toda historia, te bendigo a cada soplo y te amo, grites lo que grites o digas, porque ninguna palabra puede frenar el poder del Amor.

Te doy a ver, más allá de tus apariencias, la verdad de tu belleza. Te doy a escuchar el canto de las estrellas. Te doy a vivir lo que quieras vivir.

… Silencio…

Eres mi niño como soy tu niño, somos hermanos de toda eternidad, hermanos de espíritu, hermanos de verdad. Escucha bien, más allá de mis simples palabras, a la Verdad Una y única que no depende de ninguna forma ni de ninguna dimensión. Soy tu libertad, tu independencia y tu autonomía.

Soy el día que jamás puede acostarse, como soy el alba que se levanta cuando el horizonte de tu corazón te aparece y te toca. Soy la Gracia del Amor, pero ante todo soy tú. No hagas de eso un asunto personal, sino vívelo, en la sencillez.

… Silencio…

Escúchate y mírate.

En nuestra presencia Una, no hay nada que justificar ni que explicar. Reencuéntrate y me encontrarás.

… Silencio…

No te pares en las palabras, ve mucho más allá. Únete al silencio y quédate libre de toda atadura y de toda morada. Nada te pertenece porque todo eres tú.

Nada más puede ser separado o eliminado.

… Silencio…

 Y aquí, en este silencio de nuestra Presencia Una y unida, habla el Verbo de creación, el Verbo que ondula en la frecuencia primordial del Amor y en cada armónico.

… Silencio…

Ven a danzar la danza de tu resurrección. Te espero porque ya no tienes nada más que esperar, no tienes nada más que retener. Atraviésate a ti mismo y atraviesa así todo lo que te encadena, porque esas cadenas no son  nada más que lo que creíste, que lo que esperaste, con temor o inestabilidad.

… Silencio…

Sonríeme como te sonrío y quedémonos ahí, unidos en la Eternidad.

… Silencio…

Olvida todo y acuérdate del Único que Eres.

… Silencio…

Sonríe conmigo en lo inefable del Amor, en lo inefable de la Vida. Olvida la muerte porque en la verdadera vida, ninguna muerte está presente. Todo cambia y todo se transforma a la medida de tu medida, a la medida de tu tiempo, a la medida de tu conciencia.

… Silencio…

Y aquí, en el silencio, lo que aun te parece que debe ser alumbrado se alumbra a sí mismo, porque entre tú y yo, no puede existir nada de oscuro.

… Silencio…

En el silencio y en la paz que nada puede alterar, tú te esperas, sin espera y sin demora. Abiertos el uno al otro, abiertos para siempre, la flecha lanzada sigue su obra, obra de salvación y de verdad.

Cúbrete con la humildad verdadera que descubre todo en ti.

… Silencio…

Escúchate no en los miedos y los gritos de lo que sólo pasa, sino escúchate en el canto de tu Eternidad.

… Silencio…

Recoge, cosecha y recoge tu rosa eterna y su perfume, colmándote de gracias, de beatitud y de agradecimiento.

Reencuentra lo que eres, lo que nunca ha sido perdido, lo que nunca ha desaparecido, lo que siempre estuvo allí. Acepta ver la verdad, sin maquillaje y sin velo, de tu Corazón de Eternidad, de tu Corazón de Amor.

… Silencio…

Vivamos juntos, tú y yo, nuestra común bendición, homenaje a la Gracia y celebración de la Vida, sin barreras ni frenos.

… Silencio…

Acércate a mí lo más cerca posible y lo más íntimamente porque ahí donde estoy, tú estás.

Vívelo, si tal es tu libertad, si tal es tu verdad.

En el Fuego del Espíritu, estamos unidos y liberados…

… Silencio…

… a fin de que nunca más te cierres a ti mismo, a fin de restaurar la Dicha Eterna de la conciencia y del Amor.

… Silencio…

Soy a la vez masculino y femenino, soy el andrógino que no reconoce ningún sexo ni ninguna polaridad, acogiendo sin embargo el conjunto de las polaridades en su manifestación, en su Presencia como en su Ausencia.

Vengo así a solicitarte y a rogar tu Corazón.

… Silencio…

Soy el Despertar y el desvelo como soy el final de todo errar. Soy a la vez tu pregunta y tu respuesta en toda interrogación y en toda vacilación. Soy la certeza de lo que no puede ser elegido ni debatido.

… Silencio…

Vengo a secar tus lágrimas, como vengo a humedecer tus ojos, a fin de que se abran a ti mismo. Amate en la medida en la cual te amo, la que no conoce ni medida ni desmesura, sino sólo la evidencia del Amor.

Escucha, escucha la Verdad a la que no le importa tu historia, ni la de los juegos y personajes que interpretaste, y que sólo retiene la belleza de tu Corazón, independiente de todo ornamento y de todo adorno.

… Silencio…

No me nombres porque soy tú, más allá de tu nombre y más allá de tu forma.

… Silencio…

Allá donde estuviste, aquí como en otra parte, yo estaba allí. Ahí donde estás, yo soy, y allí donde estarás, yo estaré.

… Silencio…

Permítete de ser verdadero. Permítete de estar allí conmigo.

Soy lo que buscaste, soy lo que encontraste.

En la alcoba y el secreto de tu corazón, estoy presente. No puedo ausentarme de lo que eres.

… Silencio…

No me nombres porque soy todo lo que podrías nombrar, como todo lo que podrías olvidar.

Acepta el don de ti mismo a tu propia Eternidad, acepta la evidencia del Amor. Más allá de todo nombre, de todo salvador como de todo adversario, hay sólo tú, conteniendo la totalidad de las conciencias de aquí como de otra parte. No tengo nada más que darte que a ti mismo.

… Silencio…

Deja a tu corazón llenarse sin límite, de la verdad y de la evidencia del Amor. Deja ser la totalidad de tu ser en este cuerpo que sólo pasa como en el cuerpo que permanece en Eternidad. El Amor, no el que puedes nombrar o identificar en este mundo sino el que está escondido a este mundo, no es culpa tuya, entonces olvida todo resentimiento, tanto hacia ti mismo como hacia otros, porque cuando todo está cumplido, todo es devuelto a uno mismo. No tienes nada que perdonarte porque tú mismo eres el perdón.

… Silencio…

Ve más allá de mis palabras y percibe, sin límite y sin maquillaje, la verdad Una de la Vida. Todo es Uno y el Uno es todo.

Entonces en cambio te pido tu bendición. Dame la Gracia, muéstrate tal como eres, tal como fuiste y tal como serás en Eternidad. No esperes nada, todo ya está allí, en mí, en ti, entre tú y yo, tú el amigo, el amado, el confidente, tu el Hijo Ardiente del Sol, Sol también.

Aquí abajo como aquí arriba, Todo es Uno pues Uno es Todo.

Mientras que el Coro de los Ángeles, animado por la flecha que lancé a tu Corazón canta en el silencio de tu corazón, canta también tú, el ángel de corazón y el ángel del corazón.

Imprégnate de mí, como me impregno de ti, ahí donde nace el perfume de la rosa y el perfume de la Eternidad, donde todas las fragancias están presentes.

… Silencio…

¿Estás allí?

… Silencio…

En la copa sagrada, recojo tu Corazón, consagrándote así rey único del Amor, rey único de la Verdad.

Humildemente vengo a rogarte de ser tú mismo, humildemente me deposito en ti. Soy tu cuerpo, soy tu sangre.

… Silencio…

Escucha sobre todo entre las palabras, porque es ahí donde tu corazón entiende, él, el que Conoce, él, la Infinita Presencia.

… Silencio…

Escucha el Verbo de tu corazón expresarse en tu íntimo, allí donde estoy.

… Silencio…

Escucha el silencio, escucha la onda de Amor llevada por el Verbo y por el silencio.

… Silencio…

Allí, estás en tu casa, en tu morada de eternidad, en tu Morada de Paz suprema.

… Silencio…

Allí, cuando no hay más que el Amor, entonces todo está dicho. No hay nada a repetir, no hay nada a discutir, no hay nada a predecir.

… Silencio…

Escucha tu Corazón porque sólo él tiene el «hablar en lenguas», porque sólo él dice la verdad.

… Silencio…

No acabé de hablar pero de momento me callo, a fin de dejarte saborear el néctar de Vida.

… Silencio…

Así, en cada palabra de mi Presencia y de tu Presencia, me propongo de ayudarte a reencontrarte plenamente, sin límites y sin restricciones. ¿Quieres hacer esto conmigo y en mí?

Te invito desde ahora en adelante, a cada soplo, a cada mirada y a cada experiencia, a rememorar estas palabras y estos silencios.

Así, en cinco días de tu tiempo contado en esta tierra, nos propongo de acompañarte a ti mismo, en el Amor.

… Silencio…

Te digo entonces hasta el próximo día que se elevará mañana, con el fin de resembrar lo que te dije en este día. La Onda de Vida tal vez ya esté cantando en ti la oda a la Vida y a la Verdad.

Paz a ti. Paz a cada uno.

… Silencio…

Te digo entonces hasta mañana, en el segundo día de nuestra unión y de nuestra libertad. Quédate así, en el silencio, en el recogimiento. Que me hayas escuchado, o que me hayas leído, poco importa.

Desde el fondo de tu Corazón te saludo, en el Amor y en la Verdad.

Quédate así, sin palabras, y así me quedo en ti.

… Silencio…

Cuando quieras , podrás reabrir tus ojos sobre cada uno de mi y cada uno de ti.

… Silencio…

Quiéreme como te quiero.

… Silencio…

Esto que te dije en este día, en estas palabras y en este silencio, es tu primer día.

Bendito seas, tú el Eterno.

… Silencio…

Te digo hasta mañana, estaré de nuevo aquí, contigo, en lo íntimo de tu Corazón, en lo íntimo de la Vida. Entonces te rindo gracia y te agradezco.

***

2a Intervención

Mi amigo, mi hermano, saludo tu Ser esencial. Permíteme de instalarme ahí donde estás, dondequiera que estés. En cualquier camino, en cualquier destino, en cualquier vía que hayas escogido, allí estoy.

Te acojo en mi Corazón.

Así, de Corazón a Corazón, de cerca como de lejos, la misma Presencia, el mismo Amor, la misma sinfonía en sus múltiples versiones.

Me instalo en tu Paz.

Vengo a decirte lo que ya sabe tu Corazón y tu escucha, en este tiempo de la Tierra y tiempo de la Dicha. Más allá de toda imagen y más allá de todo lo que es visto, mira en ti lo que Eres. No por momentos sino permanentemente, instálate en el Corazón de tu Eternidad, ahí donde estoy.

Y abre en ti, a doble batiente, la Puerta Estrecha. Instálate donde nada de tu conciencia pueda ser limitada o frenada. Instálate en lo que siempre fuiste. Más allá de los juegos de tu conciencia aquí y en otras partes, lo que Eres siempre fue y siempre Será.

Tú, el amado del Amor, escucha entre mis palabras lo que Eres.

En la hora donde la Tierra exulta, en la hora en que los Elementos bailan su ronda, renovando lo que deba serlo, la Luz te llama, tú mismo Corazón te llama a cada minuto a olvidar los sufrimientos, no rechazándolos sino alumbrándolos con el bálsamo del Amor, con la verdad del Amor.

Levántate en tu Eternidad. Levántate en tu Presencia eterna e infinita. No seas nunca más limitado por cualquier forma que sea, por cualquier vínculo que sea. Naciste libre, cualquiera que sea lo que te remite a este mundo, porque no eres de este mundo. No olvides nunca más el canto de tu Libertad, el canto de tu Presencia.

Sumérgete en la Gracia, allí donde nada puede faltar y donde ninguna confusión puede aparecer. Tú que tomaste este cuerpo, como múltiples otros cuerpos en este mundo, déjate revestir de tu vestidura de Eternidad. No temas nada, porque el temor pertenece a este mundo y no a la Vida. Pósate, ahí donde todo es saciado y donde nada puede faltar.

Estoy en cada uno, que lo veas o que lo olvides, poco importa, porque el tiempo ha llegado de ser definitivamente lo que siempre fuiste: emanación de la perfección, Fuente tú mismo.

En el Último, la Reina de los Cielos y de la Tierra te mostrará lo que todavía no viste ni probaste, borrando así lo que pueda quedar de incertidumbre, de duda o de confusión, viniendo así a mostrarte tu belleza y tu Verdad. Descansa a gusto, en éxtasis. Sáciate de tu propia Presencia y así, de Corazón a Corazón, deja florecer la flor que ella contiene, más allá de su forma misma, de su perfume, de su emanación sutil y sin embargo tan tangible, tan real y tan poderosa. Escucha tu propio Corazón que canta tu Libertad, canta el Amor. Descansa en la felicidad. Osa. Atrévete a cruzar lo que todavía te pueda parecer separarnos, pues es sólo una construcción que no tiene realidad, desde el instante en que te atreves.

Así la Gracia colmará no al ser aparente, sino al ser verdadero, dándote entonces a tu misma conciencia, por la esencia y por cada célula de tu cuerpo efímero. Deja florecer. Exhala tu perfume, no hay nada más natural.

En este Corazón donde cantan los Ángeles y donde el Espíritu del Sol te muestra tu Libertad, allí donde nada puede ser condicionado, donde nada se puede parar, estoy ahí, y te digo: «Paz a ti». El nuevo amanecer está a las puertas de tu conciencia. Deja todo el lugar en tu Corazón como en todo espacio. Deja la Verdad y deja la Dicha. Olvida así todo cálculo, toda suposición y toda lógica inherente a este mundo, porque ahí donde tú estás, ninguna razón, ninguna justificación es útil ni deseable.

Abre lo que todavía piensas tener que abrir. No cierres nada. No estés más cerrado. Sólo estás tú para verlo y vivirlo a cada minuto que se desgrana en el calendario del final de estos tiempos.

Mi hermano, mi amor, no busques más el sentido de mis palabras, sino más bien el sentido de nuestra Presencia porque no tendrás que buscar lejos, sino solo ver la Evidencia, ver esta Verdad.

A la hora, en la que el Cielo se casa con la Tierra, dejando aparecer la nueva vida liberada en la dimensión de Libertad y Eternidad, te veo, no en tus defectos, no en tus heridas, no en tu historia, sino en la verdad de tu Ser.

Entrégate a lo que Eres. Date al Amor infinito.

...Silencio …

Déjate amar por lo que Eres y por mi Presencia. Yo que no dependo de ninguna forma ni de ningún mundo, soy la Libertad. No la que se piensa en la quimera en este mundo, sino la reencontrada en tu Eternidad. Alíviate. Presente aquí sobre este mundo elévate, con los pies firmemente puestos en el suelo de la Tierra. Paz a ti. Únicamente vuélvete hacia ti y mírate tal como eres, poniendo fin a las historias, poniendo fin a las dudas, poniendo fin finalmente al sufrimiento.

… Silencio…

Tú, el coronado de la gloria, no de la gloria efímera que pueda proporcionarte este mundo sino en la gloria que nunca cesa. Comulga con cada uno, cada vida y cada conciencia. Cualesquiera que sean los nombres, que sean las formas, que sean las apariencias, esto no debe pararte porque el Amor nunca podrá poner una condición o una restricción a esta evidencia...

… Silencio…

Deja a la inteligencia de tu ser subvenir a lo que sea necesario en estos tiempos tan particulares de la Tierra. Somos innumerables a asistir a tu nacimiento. Haz la paz con cada uno, y ante todo, haz la paz contigo mismo. Da tu perdón a cualquier forma que encuentres, más allá de toda enemistad, más allá de todo rencor. Deja lo que pertenece a lo efímero regresar al polvo de la tierra. Deja al Fuego vivificante del Espíritu mantener tu vibración y tu conciencia. No te ocupes de nada más que de tu Presencia, porque todo el resto seguirá. Por tu alivio en la Gracia, por tu alivio en el Amor y en tu reconocimiento de ti mismo, todo se realiza. Quédate tranquilo, quédate en el Amor, y ve.

Mi amado, mi amor, olvida lo que hasta la fecha te pudo parecer frenar en tu Ascensión y en tu Libertad. Olvida tu nombre y olvida toda forma de Luz venida a expresarse en ti y para ti. Quédate ahí donde está el Silencio, de donde nace todo Verbo. Al principio era el Verbo y al final el Verbo es restaurado. Vive aquí mismo en tu Eternidad reencontrada y déjala aparecer a plena luz, en el nuevo amanecer. Te amo porque sólo puedes ser amado, tú, el portador de Luz. La Luz auténtica sin desviación ni alteración es tu destino de vida en su nueva alba.

No temas las agonías del final de la noche, a lo que se niega a ser puesto a la luz y que puede aun aparecer sobre la pantalla de tu conciencia. Sé simplemente verdadero. No busques ninguna ventaja ni provecho dado por este mundo y no olvides que con la medida con la cual te parece a veces juzgar, podrías ser tú mismo juzgado por ti mismo. No hay nada que juzgar, ni a pesar ni a sopesar. No hay nada que quitar ni añadir, eres perfecto. Cualesquiera que sean las fallas que te han sido dadas a ver en tu vida en este mundo o en otras vidas, esto es pasado. Y sólo tiene el peso que aún le concedes tú hoy.

Ve en cada uno y en cada Corazón la belleza esencial de la Verdad. No te retrases con lo que es pesado, con lo que pueda parecer frenar. Ocúpate simplemente del perfume que desprendes. Aliméntate de la Verdad, aliméntate de palabras justas, aliméntate del silencio, aliméntate de lo que sólo puede ser visible en tu Corazón. Deja al Fuego del cielo atravesar sin obstrucción tu ser efímero. Así como la Onda de Vida ya lo hizo, deja el Fuego del Cielo venir a desposarte en estas Bodas Sagradas.

Así, a cada momento en el que tu conciencia se manifiesta en este mundo, no percibirás más los errores ni los sufrimientos, sino lo que hay detrás de la piel de la dureza: la magnificencia de cada Corazón viniendo a transcender todas las historias, todos los karmas, todos los errores y todas las insuficiencias.

Pongámonos, tú y yo, en el mismo Corazón de cada vida en cualquier apariencia, e incluso, diría, en cualquier desorden que sea. Todo esto sólo pasa, y todo esto se apaga al alba del nuevo día que amanece de las profundidades de la noche.

Deja al Amor y la Luz guiar cada uno de tus pasos, guiar cada uno de tus despertares como cada una de tus noches. Olvida todo esfuerzo y toda lucha, descansa. Estoy aquí, porque tú estás aquí. Encontrémonos en cada aliento, en cada mirada.

… Silencio…

Mi hermano, mi amigo, te conozco a la perfección. Y tú también, me conoces a la perfección, desde el instante en que estás conforme y aceptas el Don de la Gracia que emana de nuestro encuentro, de nuestra Unión y de nuestra Libertad. Olvídate de ti mismo en este personaje de pacotilla al que creíste tanto tiempo, esperando encontrar allí una salida, multiplicando las encarnaciones por los que te mostraron tus faltas de amor, cuando eres perfecto de toda Eternidad. Perdona a los que te engañaron, a los que se mofaron, porque nunca pudieron tocar tu Eternidad.

Entonces sé grande. Sé grande en tu perdón, en tu Amor y en tu humildad. No calcules más, no cuentes más. Ábrete. No solamente en el proceso del Despertar, sino ábrete a tu Libertad, porque el Amor es su sinónimo. Sin Amor, no hay Libertad, y sin Libertad, no hay Amor, hay restricción, y eso no puede ser en la perfección de todas las Creaciones. Míralo, más allá de tu persona, más allá de tus peregrinaciones en este mundo, olvídate. No eres las historias y las vidas que pasaste sobre este mundo, o entonces debes concebir ser cada historia, presente en cada Corazón, cualesquiera que hayan sido las manifestaciones sobre este mundo.

Sólo el Amor es la verdadera sanación, sólo el Amor es la verdadera Libertad. Y no olvides que no tienes que buscar muy lejos, sino simplemente de volverte hacia ti mismo, totalmente y sin condición. Porque tu Libertad está ahí, porque el Amor está ahí. Todo el resto sólo son timbales resonando. Ahógate en la felicidad del Amor que eres, porque ahí no hay nada que temer, ahí no hay nada a esperar, ahí no hay nada a construir o deconstruir, solo hay que vivir. Ve así más allá de tu apariencia, como de toda apariencia. Ve a través de las ilusiones de este mundo, cualesquiera que sean, frágiles, sólidas, cualquiera que sea el peso.

El Bautismo del Espíritu, el Fuego del Cielo se revela a ti, hasta en la apariencia de este mundo. No sientas ninguna ira porque no hay nada a perder, porque no hay nada que pueda faltar, en este fuego.

… Silencio…

Por supuesto que hoy te gustaría nombrarme e identificarme. Te gustaría saber cómo puedo ser sin forma ni identidad propia. Acuérdate, eres tú mismo quien te hablas en tu intimidad, aquí está el mundo.

Mantente aquí. Y recoge en tu Templo el néctar de inmortalidad, a fin de volver a tu esencia, a la Dicha perpetua. Acuérdate, que esto nunca te dejó. Acuérdate. Olvida incluso mis palabras, olvida mis frases, olvídate y olvídame, a fin de que sólo quede Lo que es Todo.

Juntos descansamos en la felicidad, juntos, en el mismo Fuego y en el misma Agua del Cielo. Te bendigo. A la vez que tú bendices a cada uno, con la misma intensidad, con la misma Gracia. No te ocupes de saber si es merecida porque en el Amor no hay injusticia y todo es justeza.

Ama sin límite. Incluso en lo que te pueda parecer ser lo más opuesto al Amor. Es justamente donde el Amor debe ser despertado. No restrinjas el don de la Gracia, no restrinjas tus oraciones a tus círculos cercanos, a los  que quieres en el seno de este mundo, porque más allá de este mundo amas a cada uno y a cada una. Incluso si la forma que amas no reconoce este Amor, no te preocupes. Sé tú mismo esta fuente de juventud, esta fuente de Cristal que abreva cada vida con la misma intensidad. No te limites en el Amor que vives. No te limites en el Amor que eres ni en el Amor que das porque cuanto más das, más recibes. Ama lo que te parece ser negado al Amor. Da a lo que te parece sin Amor, porque es lo que más lo necesita. En ti, por supuesto, pero en cada vida y en cada forma.

Deja así, y de este modo, crecer la Paz permanentemente. Ama a cada uno del mismo modo. Incluso al más miserable de tus hermanos y hermanas que se opone al Amor, merece el mismo Amor, porque más allá de las apariencias, está tu Corazón. Incluso si todavía no lo vives, hasta si no crees en eso. No te pido de creerlo, te pido simplemente de verificar por ti mismo la realidad de mis palabras, la realidad de nuestra Presencia.

Así podrás decir: «Todo es Amor», y sólo verás nada más que el Amor, en ti, en cada forma, en cada conciencia, en cada relación. No te ocupes del que no te quiere, envíale el mismo Amor, porque de hecho es así como te amas y que te muestras tal como eres, aquí mismo, ahí donde estás.

… Silencio…

En el Amor todo no es sino Amor y eso es el Todo. En este Amor sin límites y sin restricciones está la verdad de tu ser, la verdad de tu Presencia, incluso aquí en esta tierra donde lo denso sigue todavía presente. Me dirijo a tu corazón. Me dirijo a lo que eres, no a lo que puedes comprender y entender sino a lo que puedes vivir, espontáneamente, sin esfuerzo, en la paz.

… Silencio…

Tu corazón es el carburante de tu propia Liberación o de tu propia Ascensión, y tu corazón debe ser idéntico para cada cosa, para cada relación, para cada Ser. El Amor no marca nunca preferencia hacia tal forma o tal otra forma pues no hay nada superior en el Amor ni tampoco nada inferior en el Amor.

El Amor es la clave de tu Libertad y de tu Ascensión.

El Amor no puede ser entendido, solamente puede ser vivido. El Amor no puede ser condicionado, de lo contrario deja de ser Amor. No debe ser personalizado en base a circunstancias, en base a afinidades, en base a creencias, es el mismo en todas partes. Si ves alguna diferencia, entonces te invito a asentarte más aún en tu Templo de Eternidad para ver que eso no es verdad. Sólo existe el Amor.

No olvides que todo ha sido hecho, en ese cuerpo que habitas como en ese mundo donde estás, para ocultarte aquella verdad básica. No ocultes nada. Vive y observa. Olvídate de las personas y de las formas y ama sin condición alguna, sin restricción alguna, todo cuanto ocurre en tu vida pues todo lo que te sucede en estos tiempos, que son los albores del nuevo día, no está sino para demostrarte la verdad del Amor. Entonces no resistas, no discrimines, no adaptes el Amor a las circunstancias o a las relaciones sino, al contrario, ama sin distancia cada forma y cada conciencia, en la misma justeza, en la misma verdad. Así es cómo te instalas en la realeza del Amor. Así es cómo palpas la Verdad, que es más firme que el más espeso muro de este mundo. No me creas. Vívelo y experiméntalo.

Amar es liberar.

Amar es reconocer al otro. Más allá de los juegos de la encarnación, más allá de los lazos y más allá de todo sufrimiento, ama sin contar, ama sin diferenciar. Entonces captarás lo que es ser Amor, lo que es ser Hijo Ardiente del Sol. Así, en este espacio donde estamos los dos, comprobémoslo juntos, comprobemos lo que acabo de enunciar como verdad inajenable e imprescriptible.

… Silencio…

Ama también todo cuanto tocas, desde el objeto más burdo hasta los reinos todos de la naturaleza. Entonces el Amor exhalará de tus manos hacia la flor que cojas, hacia el ser que cures, hacia el amor de tu vida como hacia el enemigo más irreductible. Nada de todo eso existe. Hay tanto Amor en el fuego como en el aire, como en la tierra, como en el agua. La expresión puede ser diferente pero, en la esencia, no hay diferencia alguna. Capta eso y vívelo. No me creas, ni a través de mis palabras ni a través de nuestro encuentro en el día de hoy como en otros días. Vívelo.

Siéntete libre de amar hasta la saciedad pues más amas lo que puede parecerte todavía exterior a ti, ya sea la estrella en tu cielo nocturno, ya sea el niño que nace, a quien no conoces, ya sea tu amor que se distancia, más permaneces en la misma irradiación de Verdad y de Amor porque el Amor es la única cosa que no puede dividirse o sustraerse. El Amor sólo puede ser una adición conduciendo siempre al mismo resultado: Todo es Uno.

Déjame llevarte en el Amor, que te hará posible soportar lo que a este mundo le corresponde vivir, lo que a tu cuerpo le corresponde vivir, pues no eres de este mundo ni siquiera de ese cuerpo pese a que lo habitas. Te convido a la eternidad del Amor. Te convido a ti, estés donde estés, porque estoy contigo. No cierres nunca tu puerta a quien sea, fuere quien fuere. Ofrece el mismo Amor en cada gesto, en cada mirada, en cada contacto. Así es cómo el Amor emerge. Antes siquiera del alba del nuevo día, tú estás ahí.

No me des nombre. No es necesario que te dé nombre pues nos conocemos, como ya dije, perfectamente.

… Silencio…

Como ya sabes, sin Amor toda vida se apaga un día. Ahora bien, eso es imposible pues, sin Amor, no hay vida alguna, simplemente está la apariencia de la muerte pues todo vuelve a empezar. Incluso a eso no le des importancia. Sé auténtico pues solamente el Amor es auténtico.

Entonces bendigo tu Templo, bendigo tu Presencia, seas quien seas y estés donde estés. Y solicito que me ames también porque moro en ti como tú estás en cada cual, incluso en quien parezca el más contrario al Amor. Procura vivir eso. Sólo tú puedes vivirlo. Sólo tú puedes comprobarlo porque lo efímero suele requerir evidencias y, sin embargo, las evidencias terminan con ese cuerpo.

… Silencio…

Oye. Oye el Amor, oye la Verdad que deposito en ti, siendo tú lo que soy.

Deja que el gozo del Amor difumine lo pasajero. Oye el canto de la Libertad y de la Verdad. Ahora, en cada aliento, en cada día y en cada noche, no te limites más de ninguna manera ni de ningún modo.

Aquí estoy, cual ladrón en la noche, pero nada vengo a robarte. Vengo a iluminar, si me recibes, y a mostrar ante tu conciencia el Amor que tú eres y que está en cada cual. Vete en cada cual y ama. Todo lo demás es superfluo, incluso en ese mundo por donde caminas. El salvador ya está en ti, revélalo. Ama y sirve a la humanidad toda, sin pensar en ti, sin pensar en el otro, sino simplemente en el Amor. En cada cosa, haz lo mejor que puedas, sin esfuerzo y sin lucha. En cada cual deposita el mismo Amor pues a quien amas así eres tú mismo, aunque lo niegues. En este punto tampoco me creas. Experiméntalo. Vívelo.

Acoge, en este silencio, ahora, lo que es. Acoge en este silencio.

… Silencio…

Recuerda también que el Amor jamás puede nacer del conocimiento, fuere cual fuere, pues aunque conocieses los misterios de este mundo y de la vida en su totalidad, eso de nada te serviría en ausencia del Amor. Y el  Amor sólo puede nacer de dentro tuyo, a través tuyo.

Haz surgir el Amor en cada cual, en cada forma, no hay mejor manera de ayudarte a ti mismo. Entonces, en el Amor verdadero, verás que no hace falta ayuda, que no hace falta esfuerzo, que no hace falta construir nada, porque todo es perfecto.

… Silencio…

Te bendigo. Bendíceme también. La Paz esté contigo. La Paz esté con cada uno.

… Silencio…

Amigo, hermano, amor mío, no veas en esto posesión alguna sino más bien la señal y marca de nuestra libertad. Ahora mismo, en este silencio, danzo dentro tuyo.

… Silencio…

De corazón en corazón así es cómo la Luz se abre camino. De corazón en corazón así es cómo el Amor emerge y se manifiesta en cada intersticio de este mundo, en cada corazón, en cada vida y en cada conciencia.

… Silencio…

Presta atención. Presta atención y escucha el canto de tu Libertad, el canto de la  Eternidad.

En tu corazón está el Coro de los Ángeles, en tu corazón está cada conciencia de este mundo como de todo mundo, en tu corazón me dirijo a ti, en tu corazón acaricio la flor de tu eternidad.

… Silencio…

Así, ahí donde estés, sin importar quien seas, oremos juntos. No para solicitar lo que sea sino mediante la oración del corazón que es acción de Gracia y canto de Gracia. Óyete y óyeme. Hablamos con la misma voz, decimos las mismas palabras, vivimos los mismos silencios. No hay diferencias. Solamente hay loas.

Bendigo en ti el Amor, bendigo en ti la Verdad, bendigo en ti la Eternidad, bendigo en ti el Fuego de tu Espíritu, bendigo en ti a cada otro tú.

… Silencio…

Te dejo algunos momentos en el silencio de tu corazón. En este segundo día volveré, tras el silencio, a aportarte otras esencias y otras fragancias. Te bendigo. Amigo, hermano, amor mío, el mundo está en ti en cuanto tu persona se hace a un lado en la majestad del Amor. Permanece así en silencio, sin palabras, sin movimientos, tú que estás aquí, tú que me has oído, tú que me has leído, cierra los ojos y permite que el corazón quede abierto ante tu propia verdad, enunciada por ti mismo, y descansa. Te doy mi Paz. Bendito eres.

… Silencio…

Permanece con los ojos cerrados el tiempo que sea necesario. Volveré a continuación. Te amo.

… Silencio…

***

3ª Intervención 


Yo saludo tu Presencia en el corazón del Ser, en el Silencio y en la Alegría.

…Silencio…

De nuevo, tú y yo, nos situamos en lo íntimo del Corazón, allí donde ninguna conciencia puede ser dividida o confinada. Estoy ahora contigo para la Eternidad.

…Silencio…

En la Fuente Una, yo te bendigo y me dirijo a ti, dondequiera que estés.

…Silencio…

Permanezcamos tú y yo, en las palabras y en el Silencio. Vengo a hablar de ti, de la conciencia que tú eres, que abarca, de hecho, la conciencia Una, en  la unidad del Amor y en la unidad de la Vida. En cualquier plano que estés, en cualquier mundo que experimentes, cualquiera que sea tu origen, en la Luz Una, no podemos estar separados ni nombrados, excepto por el Verbo. En el Espíritu de la Verdad, deposito en ti, lo inefable de nuestra Presencia y lo Absoluto de nuestra Ausencia, allí, donde no hay fronteras, ni límites, ni identidad, ni forma fija.

No estoy aquí solo para hablar o estar presente en ti, sino para estar presente en todo el mundo al mismo tiempo y en cualquier espacio. Asistimos juntos a tu renacimiento, a tu resurrección, a tu libertad. Vengo dentro de esta densidad que es tuya y compartida por los habitantes de esta Tierra, para anunciar el reino del Amor que no puede dar cabida a lo que pasa en este mundo, pero que responde a la llamada de la Libertad, que de alguna manera tú la has expresado por tu búsqueda, por tus sufrimientos, por tus dolores y por tus alegrías. Vengo a compartir contigo y con cada uno, la Vida Eterna.

En la conciencia Una donde emana toda vida y toda conciencia, se cumple en ti y en cada uno, el Juramento y la Promesa. Me muestro a ti para que te muestres a mí, para que no haya la menor distancia ni la menor diferencia entre cada uno de vosotros respetando la Libertad, respetando lo que crees haber elegido o establecido, con la misma intensidad, la misma regularidad. Te doy el Agua de la Vida, el Agua de aquí y el Agua de arriba combinadas en la misma alquimia, en la misma unidad.

Recuerda en tu perfección inicial, en tu perfección final, así como en tu perfección presente, la misma verdad, las mismas palabras. Sólo la localización de la conciencia en un punto o en otro, puede cambiar la perspectiva de lo que se experimenta, pero en cada uno de vosotros, lo que se experimenta, sólo será la experiencia del Amor y la experiencia de la conciencia.

Entonces, al finalizar las diferentes Obras, dirigidas desde hace más de treinta años a cada uno de vosotros, tú te encuentras en estos días viviendo justamente lo que te permitirá ser íntegramente, lo que siempre has sido. Vengo a hablarte de manera más audible y más segura, de lo que tú hayas podido oír por diversas voces en ti o fuera de ti. Vengo también a mostrarte, si me acoges, que todo lo que has vivido hasta el presente como algo externo a ti, sólo estaba dentro de ti. Esta es la forma en que tú me reconoces y te acercas a mí para que yo me precipite en ti, queme y disuelva lo que ya no es necesario en las condiciones limitadas de tu mundo.

En la humildad como en la Unidad, en el Cristo como en el Reino de los Cielos, yo revelo tu reino que nunca ha podido fallar, aunque haya podido fallar tu persona. Todo lo que pudieras pensar, todo lo que pudieras soñar, todo lo que pudieras imaginar, no es nada frente a la Verdad que ninguna palabra puede reflejar.

Así que, yo te propongo en cada una de mis presencias sucesivas en el tiempo de la Tierra, comulgar de manera cada vez más evidente e intensa con tu verdad. Vengo para llenar tu casa de la Gracia de la Luz y del Amor, pero recuerda que estoy en ti y que tú te hablas a ti mismo como a los demás.

Y en cualquier juego de toda conciencia, hay el mismo amor y la misma experiencia. En cualquier faceta que sea, en los miles de millones de facetas de los miles de millones de mundos, el juego de la conciencia no conoce ni principio ni fin. Incluso no jugando ningún juego de conciencia, tú vives cada una de las conciencias, sin distinción, en el mismo Amor, lo que te permite unirte de manera definitiva, si es tu deseo, a la Paz Suprema donde la conciencia no necesita jugar porque ella es el conjunto de todas las conciencias, viajando libremente de una a otra, de experiencia en experiencia y de reposo en reposo. Reflejando así, el fin del juego del confinamiento, del juego del sufrimiento, del juego de lo perecedero que no te concierne en nada, si no es en algunos fragmentos de los que tú eres.

…Silencio…

Vengo también a demostrar la evidencia que a veces no has visto, de la Unidad Suprema, la de la Realeza, la del Hijo del Sol, de la Fuente y del Último. Si te sitúas allí donde estoy en el corazón del Corazón, entonces no es necesario nada más porque el Amor está allí. Yo soy la Evidencia de tu vida de la conciencia, soy la Evidencia de tu aliento, la Evidencia de tu carne y la Evidencia de tu Espíritu. Y por encima de las reglas de este mundo, no hay más que una regla, que una ley: la Ley de los hijos del Uno, la Ley del Amor que no necesita ninguna otra porque el Amor es la única ley que no conoce otra cosa. Porque este Amor es, sin excepciones, sin límites, sin barreras.

Muchas virtudes de tu humanidad, conceptos y consejos, te han sido comunicados durante muchos años de tu tiempo. Muchas conciencias han venido a preparar tu libertad para que te acuerdes que eres un ser libre desde el momento en que estás en tu Corazón. Por la vibración y por la conciencia, tú has trabajado en tu propia resurrección percibiendo y viviendo ciertos campos de lo posible como de lo imposible. Y así, tú estás aquí, me escuchas o me lees y me presientes. Por lo que no sueñas, porque todos los sueños están dentro de tu Corazón que nunca llegará a conocer ningún fin, aunque tu cuerpo sea reducido a polvo, incluso cuando tu historia sea borrada o superada.

Soy el hilo conductor que habla en el silencio de tu cabeza, dejando hablar al Corazón. Tú, en tu femenino sagrado, en tu masculino sagrado, te unes al Verbo y al andrógino.

No te fíes sólo de la poesía de las palabras, sino percibe lo que es verdad para ti. Sea cual sea la intensidad de tu búsqueda, de tu esperanza o desesperanza, sea cual sea el camino que has tomado, tus pruebas y tus alegrías, eso no es nada en comparación con lo que es incomparable e indefinible: el Amor-Luz.

Así que, como te he dicho, deposita todas las cargas que pareces llevar, no para olvidarlas, no para descuidarlas, sino para mostrarte a ti mismo que sólo las disuelve la Gracia del Amor. Llama a lo desconocido, lo que te parece todavía desconocido y verás que eso ya es conocido y experimentado, diga lo que diga tu cuerpo, diga lo que diga tu cabeza, porque no tienen ningún peso sobre la densidad del Amor y de la Gracia que vivimos juntos, de corazón a corazón, del átomo a la galaxia, en el niño que nace y en el anciano que muere, así como en el hombre amoroso. Libérate. Abre la puerta de tu cielo.

Te he dicho que estés en la paz, que no tengas ningún temor porque lo que te es desconocido, es de hecho perfectamente conocido. Porque la Libertad y el Amor no son un recuerdo de un tiempo anterior a la Tierra, de tu conciencia en los mundos que has explorado, es algo que nunca ha podido ser borrado sino ocultado, simplemente.

Tú nunca has caído, nunca has evolucionado, porque lo que es perfecto en el origen, no tiene nada que ganar ni nada que demostrar. Sólo tu persona efímera lo ha creído, de vida en vida, de castigo a recompensa; todo eso no representa nada en lo que tú crees desconocido y que te hace vivir en la carne y en el Espíritu. Me dirijo a tu Corazón, a tu alma, a tu Espíritu y hablo y, en tu Silencio, densifico mi Presencia que es la tuya.

…Silencio…

¿Oyes ahora hablar en tu eternidad, en tu intimidad y en la Verdad?

…Silencio…

Ve, ve sin filtros y sin barreras, sin velos y sin miedo, lo que eres. Independientemente de la apariencia de tu cuerpo o de los atributos de tu vida, ve y vive en el Amor sin descanso, en la Luz sin sombra. Escucha el Coro de los Ángeles que canta en ti, escucha las Presencias que te han hablado o que se han acercado, pero que, de hecho, estaban dentro de ti y han surgido de tu conciencia limitada, fracturando y haciendo volar en pedazos, lo límites ilusorios de tu condición. Tú estás aquí, en el umbral del nuevo día, a veces en el corazón de la noche más oscura o a veces, en el cénit de tu resurrección; no hay diferencia, sólo hay momentos diferentes para cada uno de vosotros.

…Silencio…

El regreso a tu centro te muestra entonces que tú estás en el cetro de cada elemento como de todo el mundo. Se abren a tu conciencia todos los juegos posibles de la conciencia. Sé feliz porque yo soy feliz y soy tú. No en la felicidad de la complacencia en el sentido de la posesión, sino en la felicidad eterna de la restitución de ti mismo, sin maquillajes, sin falsas pretensiones, sin ninguna distorsión. Estés donde estés, encajarás siempre en el campo del Amor.

…Silencio…

Hoy, en estos días, tú estás dispuesto para vivir el Amor, más que nunca. Este amor, no depende de ninguna contingencia humana, no puede ser personal, no puede estar orientado; es el mismo para todos. En esto, somos hermanos, nos amamos, lo vivimos aquí como en todas partes.

…Silencio…

Hablo a tu conciencia, no hablo a tus oídos, no hablo a tu inteligencia de esta tierra, sino a la inteligencia infinita de tu Corazón. En este amor, nada puede ser descartado, todo se ama de la misma forma, con la misma gracia, con la misma intensidad.

…Silencio…

Y ahí donde me escuchas, ahí donde me oyes, ahí donde me lees, ahí donde estás dormido, estamos ahí, en el Corazón de cada uno, en el Corazón de cada cosa, de cada átomo o de cada galaxia. Ahí estamos todos sin excepción en cualquier devenir, tanto si tu camino te lleva a una experiencia libre o a una experiencia de amor.

Y soy tu esposo y tu esposa, y tú eres mi esposo y mi esposa. No verás leyes, no verás complementariedades, simplemente verás la verdad del Amor porque aquí, en este lugar, aquí donde estás, no puede existir nada más que el Amor. No hay posesiones, ni preguntas, ni peticiones, ni camino.

En el Amor no puede haber distancia. En el Amor no puede haber separación. En el Amor no puede haber ni nacimiento ni muerte. En el Amor, el amor no puede desaparecer nunca, de él mismo. Dentro de este mundo sólo puede ser una apariencia, pero hoy, eso se ha terminado; el Amor no puede estar oculto, ni tú. Él es Presencia, es emanación y bondad, es benevolencia hacia cada cosa y cada ser. Y eso no requiere ni definición ni marco de referencia, porque el Amor es espontaneidad, porque el Amor es la única Verdad. Así es la Ley del Uno.

…Silencio…

Oye la plenitud del Verbo y la plenitud del Silencio.

Tú que conoces el Reino de los Cielos porque uno de los velos de este mundo se ha levantado con más o menos intensidad, permanece en mí y en cada uno, en el trono del Amor, en el trono de la Vida. Oye, yo canto en ti, canto el verbo de la vida, canto tu conciencia, canto el sol.

Hermano mío, descansa en la paz, no en la tumba de este mundo, sino en la paz, saliendo de él. Digas lo que digas, pienses lo que pienses, nunca estarás más cerca que ahora, de ser lo que tú eres.

…Silencio…

Oye tu aliento que sólo es el Verbo en acción y su movimiento primero de inspiración y expiración. Abrévate en tu fontana de vida y en tu fuente burbujeante que nunca puede secarse. Y sonríe, sonríeme como yo te sonrío. Sonríe a los demás, dando la paz.

…Silencio…

Dondequiera que estés, estamos todos reunidos por la Gracia de María, por la Gracia de los Ancianos, por la Gracia de los Arcángeles, por la gracia de la Vida y por la Gracia del Amor. Ese es tu presente y el presente que hago a cada uno de vosotros como tú mismo lo haces a los demás. Y yo te doy la Fuente de Cristal, encendiendo tu Corazón y elevando tu Corona radiante hasta la conciencia de la Libertad.

…Silencio…

Mi bien amado corazón, tú el bien amado, ven y únete a mí para vivir tu pasión, la pasión de Cristo, la pasión de la Luz, que una vez renacida no puede nunca pasar, al contrario que las pasiones de este mundo. Y, sin embargo, es en tu mundo y en tu corazón del Corazón, donde se despierta, es en este cuerpo perecedero donde se revela la totalidad del Amor incorruptible e incondicionado.  Sé humilde, pero no ocultes nada de lo que eres. No tienes necesidad de manifestaciones ni de palabras, no necesitas apariencias, sólo necesitas ser tú mismo, simplemente.

...Silencio…

Estoy contigo por la eternidad; tú estás contigo mismo por la eternidad. Tú estás con cada uno de este mundo como de todo el mundo, en cualquier mundo en que te instales, como en cualquier dimensión que experimentes o hayas experimentado. Nútrete, nútrete de tu Corazón que es inagotable e inextinguible. Sáciate; nunca más tendrás sed, nunca más tendrás hambre, nunca más sufrirás, nunca más serás privado de la Verdad. Mi amigo, mi hermano, en este momento preciso en que te hablas a ti mismo, son las mismas palabras para cada uno de vosotros. El Árbol como el insecto, como los pueblos de la naturaleza, oyen y escuchan lo mismo: la melodía, el canto del Amor, para unirse a la sinfonía de la vida, la sinfonía del verdadero mundo y de la verdadera vida. Una vez más te bendigo y una vez más te bendices a ti mismo. Hoy te doy todo sin ningún límite, sin ningún freno, sin ninguna reticencia.

…Silencio…

Hace ya mucho tiempo de esta Tierra y de su historia, que el hijo de la Fuente vino a lavar tus pies. Hoy es tu turno para lavar los pies a los demás. No necesitas agua, sino el agua de tu corazón expresándose por tus manos. Luego, toca con tus manos, las manos de cada uno y bendice con tus manos, su cabeza, mostrando así que reconoces a cada uno como el hijo del hombre. Haz eso, para dar testimonio del que enunció el Camino, la Verdad y la Vida y enunció la Ley del Uno en el Amor, superando toda ley y toda regla de este mundo como de todo el mundo.

Al hacer esto, curarás lo que pueda ser curado, pero, sobre todo, te instalarás en mí, poniendo fin a las diferencias y a todo lo diferente. No necesitas palabras, sólo tus manos, porque tu corazón está ahí. Y cuando estéis dos reunidos en mi nombre, yo estaré con vosotros, por supuesto, para mostraros que no sois más que Uno, por la gracia de esta ceremonia donde no es necesario ningún conocimiento, donde ninguna historia debe ser contada, donde toda memoria es superflua. Justamente ahí, permíteme que lave tus pies, permíteme darte mis manos, permíteme bendecir la corona de tu cabeza, sin otra intención que la del Amor, como yo te permito, te pido y te ruego, que hagas lo mismo, con los demás.

…Silencio…

Aceptemos juntos la ofrenda de Amor al Amor. No olvides que haciendo esto como yo lo hago sobre ti, no hay más identidad, no hay más persona, no hay, incluso, más entidad. Queda el Amor.

…Silencio…

¿Qué más puedo decir? Y, sin embargo, hay tantas cosas que decirte, en el Verbo como en el Silencio y, en definitiva, “tantas cosas”, no es lo mismo, porque en tu Corazón sólo puedo hablar el lenguaje del Amor, el lenguaje de la Vida que nunca condena, que nunca señala, que nunca juzga. ¿Quieres ser esto conmigo, a la vez que yo, y con los demás?

Permíteme entonces, comenzar esto, una vez más. Mis manos sobre tus pies, mis manos sobre tus manos y mis manos sobre la corona de tu cabeza. Y una tercera y última vez.

…Silencio…

Así es la unción del Amor al Amor, donde no hay más que tu mano y mi mano, donde no hay más que mi mano y tu pie, donde no hay más que mi mano sobre tu cabeza. Así se parte y se comparte el pan de la Vida y el agua de la Vida en la Nueva Eucaristía. De mi mano a mi corazón y de mi mano a tu corazón.

...Silencio…

Paz a cada uno de vosotros, en la tribulación que sea, porque las tribulaciones no son nada ante la majestad del Amor de tu ser.

…Silencio…

Oye, ve, percibe y vive la Verdad. Sea la que sea tu verdad anterior.

…Silencio…

Ámate, ámame y ama a los demás con la misma intensidad, sin límite, sin restricción y sin prejuicios, para que tú también puedas proclamar, sin pretensiones y sin pudor: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, el hijo del hombre resucitado”.

…Silencio…

En el alma y en la Unidad, en la atracción y en la visión, en la profundidad y en la precisión, en tu corazón de Amor.

…Silencio…

En el Amor de tu Corazón y en el Corazón de tu amor, te bendigo.

…Silencio…

Me callo ahora y, por segunda vez, te pido que permanezcas así, silencioso y sin movimientos, durante algunos minutos de tu tiempo.

…Silencio…

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