lunes, 5 de diciembre de 2016

EL IMPERSONAL Parte 2



Noviembre 2016

Te saludo de nuevo, hijo eterno de Luz, y me instalo de nuevo en ti para cantar el canto de tu resurrección, de tu renacimiento, el canto de la Libertad y de la Verdad.

Instálate primero en el corazón del Único, conmigo, para que juntos elevemos el canto del Amor en lo más profundo de los cielos y en lo más profundo de la Tierra.

Por este canto, declaramos la Verdad a la cara de este mundo y alumbramos lo que todavía debe de serlo en las circunstancias de este mundo, en este preciso tiempo de la Resurrección y de la Llamada de María.

Acojámonos, cada uno de nosotros, en el corazón del Único, para que emerja, en el silencio de tus palabras y de mis palabras, el Verbo emergente, el Verbo de Vida, el Verbo de Amor.

La Luz te invita a partir de ahora, en las circunstancias de este tiempo de la Tierra, a acallar lo que no es verdadero, simplemente alumbrándolo con el Amor de tu corazón, acabando con todas las resistencias, acabando con las últimas creencias, y acabando con todos los miedos hacia lo desconocido.

Escucha, escucha este canto, es el de tu corazón, el de la Vida, el de la Eternidad.

Este sonido, recubierto del Coro de los Ángeles, canta en ti tal y como pronto cantará en cada rincón de la Tierra, en cada espacio de este mundo que también resucita.

Así que asentémonos juntos en este corazón del Único donde el Amor es rey, donde la Vida es reina.

Estás invitado al banquete celeste, al banquete de la Libertad. Te invito a lavar tus vestidos en la sangre del cordero, te invito a deshacerte de todo lo que todavía puede estorbarte y estorbar la clara visión de lo que eres.

Oye y escucha lo que tu corazón te dice, lo que dice a cada uno, lo que dice a la Vida, lo que dice a la cara de este mundo. De tu emanación de hijo renacido aquí mismo en el seno de la Ilusión, este canto recorre los cielos y todos los espacios de tu tierra que pronto se conjugará con el canto del cielo y de la Tierra, realizando la Tri-Unidad y la Nueva Eucaristía, abriendo el camino a la Madre que vendrá a declamarte su canto de Amor, la llamada a tu resurrección, la llamada a tu renacimiento.

Tú, que oyes, que escuchas y que lees, no queda más tiempo, así que no esperes a que María llegue, realiza su Llamada con la plena conciencia de tu Êtreté, de tu Eternidad como de tu efímero.

No tengas miedo, la Gracia te inunda ahora con sus bendiciones. La Gracia es el don del Amor hacia toda la vida, hacia todas las formas y hacia todas las conciencias, en cualquier mundo, incluso en el tuyo.

Haya sido lo que haya sido tu encierro en el seno de tu vida, o en el seno de tus vidas en este mundo, no tengas miedo. Aunque no vivas las primicias, aunque no vivas la vibración, este banquete te es abierto, fue preparado para ti para homenajearte en el seno de tus peregrinaciones donde el sufrimiento fue a veces tu acompañante, y la felicidad efímera, tu única satisfacción.

La Vida te invita a partir de ahora a girarte hacia el mundo, el verdadero, el auténtico, que está en tu interior, ahí donde moran los Arcángeles, ahí donde moran las Estrellas, ahí donde moran los Ancianos.

Estás invitado y estás convidado a venir a cantar con los pueblos libres, a atestar de tu libertad y del Amor que eres, al fin restituido. Eres devuelto a ti mismo más allá de toda proyección, más allá de toda máscara, más allá de toda memoria, reencontrando así la Libertad mientras los velos se desvanecen del conjunto de tus envolturas de Luz, dándote a verte cada día de manera más intensa y más verdadera.

Las llaves de la Libertad, que no abren ninguna puerta porque no hace falta ninguna puerta ahí donde estás, te son devueltas.

Tu vehículo de transición, tu Merkabah, a nivel individual como para algunos a nivel colectivo, se constituye, se cubre de Luz, se cubre de Verdad, poniendo fin a todos los artificios, a todo lo que es falso, a todo lo que no tiene ninguna subsistencia en el seno de la Eternidad.

Reúnete conmigo y te reunirás contigo. No tienes que moverte, no tienes que desplazarte, no tienes que esperar, la cita es ahora, en cada minuto y en cada aliento. Sólo depende de ti revelarlo en ti, sólo depende de ti soltar lo que debe ser soltado. La Luz te enseña la Vía, la Luz te enseña la Verdad. No hay ningún esfuerzo, descansa, descansa en tu verdad donde todos los alimentos están a tu disposición, donde ninguna sed puede aparecer, donde ni siquiera un tormento puede ser evocado.

En este lugar como en cualquier lugar, a partir de ahora eres esto. Vivirlo para ti hoy, es reforzar el sentido del servicio en la superficie de este mundo, es permitir a otro hermano, a otra hermana dondequiera que esté, en tu casa como al otro extremo de la tierra, de beneficiarse de tu oración y de tu acogida.

Así tendrás un debido papel, el de la Verdad, el de la Eternidad, porque no es sólo un papel. Sea cual sea su apariencia en este mundo, esto es realmente la eternidad de tu Presencia.

Te invito a vestirte con tus mejores galas, provisto de tus Coronas, provisto de tu emanación, provisto de tu Presencia; entonces el corazón exulta en ti como en cada uno. Aunque no sea percibido, aunque dé el sentimiento de no estar vivido, la Luz sabe lo que hace, ella conoce su acción al igual que tú te reconoces.

En tu resurrección, la fe es total e irreductible. No sufre de ninguna mentira, de ningún defecto. Así, vestido con tus mejores galas, resplandeciendo de mil fuegos, fuego tú mismo, te abrasas y abrazas alrededor tuyo todo lo que puede oponerse a la revelación de tu Presencia eterna en el seno del efímero.

La Luz Una, la Luz verdadera, la que sólo puede colmarte de Felicidad, que no puede dejar nada insatisfecho, se despliega ahora, de uno en uno, en cualquier lugar y no solamente en los vórtices. La Luz se siembra a sí misma y se propaga en cada punto de este universo local, en cada punto de tu corazón como en cada punto de tu cuerpo. De uno en uno, la Felicidad del corazón, en el silencio de tu pensamiento, vierte un bálsamo a todo lo que puede sufrir en esta tierra. No tienes que pensar en ello, ni tampoco emitir una intención porque esto es el papel, más allá de tu papel, de la Luz revelada, de la Eternidad restablecida en totalidad.

Ama, sin condición y sin restricción, ama con la misma mirada a cualquier cosa, como a cualquier hermano o a cualquier hermana. No te límites, no retengas nada, deja aparecer lo que acontece. No hay nada que demostrar, no hay nada que justificar, porque todo esto es Evidencia, porque todo esto es justo.

Que tu sonrisa borre cada lágrima de tu cuerpo o del cuerpo de un hermano o de una hermana. Eres el bálsamo, porque eres la Vida; eres el bálsamo porque eres la Verdad y eres la Vía.

Acoge a partir de ahora de manera incesante y permanente el don de la Gracia. Ahora tu presencia en este mundo es una vigilia y una oración permanentes, hagas lo que hagas, incluso durmiendo.

Tú, estandarte de Luz y llama erguida, resucitado, deja el Fuego Ígneo alcanzar, de uno en uno, tu cuerpo como el cuerpo de la Tierra, como el cuerpo de cada uno.

Descubre por fin la fraternidad. No la circunstancial a través de los vínculos de amistad, de la familia o de la sociedad, sino la fraternidad de corazón, la que os hace reconoceros el uno con el otro como yo te reconozco, como tú me reconoces.

Óyeme, óyeme de verdad.

La ligereza está ahí. Si te sientes todavía pesado, pesado en tu corazón como en tu cabeza o en tu cuerpo, entonces vive la libertad del Amor, su ligereza y al mismo tiempo su densidad y su consistencia. En el Amor, eres tal la roca inmutable de esta tierra, eres la antorcha y el que sujeta la antorcha, así como el estandarte de la Verdad.

Sonrío en ti, sonrío a tu Presencia, a tu magnificencia, a tu humildad, a tu pureza. No queda ninguna impureza por ver, no queda ningún defecto por ver, simplemente queda ser. La Luz alumbrará y disolverá de todos los modos posibles, lo que todavía pueda parecerte un estorbo o una resistencia en la superficie de este mundo. Ve, ve en las cosas el modo en que las cosas se revelan y se desvelan, como en la mirada que tienes en este mundo, que sólo es el reflejo de lo que acontece en ti. Dondequiera que pongas tu mirada ahora, ésta te lleva a ti mismo porque ya no haces ninguna diferencia, porque ya no pones ninguna distancia, porque la diferencia y la distancia sencillamente ya no existen más, en el momento en que el corazón se haya elevado hacia las moradas de la Eternidad.

Vigila seguir siempre la Inteligencia de la Luz, estate alerta, con ligereza, a lo que eres. Y deja el Amor emerger más allá de tu persona, más allá de toda historia, más allá de toda regla de este mundo y de toda ley de este mundo, porque nada puede resistirse al Amor.

Te lo dije, todo se cumple frente a ti y en ti.

La Tierra vibra ahora en su nueva dimensión. Sean cuales sean las apariencias residuales de la estructura de este mundo encerrado, estas apariencias están, en este momento, siendo barridas y disueltas en la gracia de la Verdad. Recuerda, no hay que proporcionar ningún esfuerzo sino simplemente detener cualquier esfuerzo, darte cuenta de la Evidencia en la simplicidad, en el recogimiento.

A partir de ahora, cada ocasión de tu vida es una ocasión de Luz, una ocasión de Amor. El Amor es vasto, es tan vasto que no conoce ningún límite en su presencia y en su difusión ahora. No pierdas tiempo con las convulsiones de lo que debe ser borrado, en ti como en el mundo. Recuerda que el bálsamo está en tu corazón, que la Verdad está en tu corazón, y que a ella no le importan las justificaciones o las explicaciones. Está ahí, en tu corazón, lista para revelarse, lista para desvelarse en cada circunstancia, en cada encuentro, en cada acontecimiento. 

Atrévete, atrévete a dar el primer paso, que de hecho es el último, porque ya no necesitarás más caminar con tus pies. El conjunto de los mundos están abiertos para ti en la inmediatez, en la instantaneidad, en la perfección del Amor. En esta perfección, no puede haber misterios, no puede haber conquistas, no puede haber pérdidas. Es esto lo que te es permitido ver ahora, es esto lo que te es permitido vivir, experimentar. No para demostrar, no para mostrar, sino simplemente para estar en tu verdad.

Nada puede escapar al Amor, nada puede sustituirse al Verbo de la Verdad, y lo sabes. Aunque todavía lo ignores, lo sabes; te basta simplemente con mirarte, no en tus apariencias sino en profundidad, en tu Corazón del Corazón. La magia del Amor obra ahora a pleno régimen y al máximo rendimiento, sin esfuerzo, espontáneamente, con humildad y con potencia.

En tu renacimiento actual, todos los secretos desaparecen. En tu renacimiento actual, todo lo que es superfluo desaparece por sí solo, que sea en tus humores, que sea en tu personalidad, que sea en tus pensamientos, que sea en tus afectos.

Sólo hay que estar ahí, tú y yo, y cada uno de nosotros y cada uno de ti está ahí instantáneamente.

Mira, mira, no tienes nada que ocultar y nada puede ser ocultado.

Y ahí donde estamos instalados, ocupamos cualquier sitio porque estamos presentes en cada uno. No hay diferencia, no hay distancia, sólo está la evidencia de lo que tu corazón te dice en el corazón, al corazón de cada uno, en el corazón del corazón del conjunto.

¿Qué puede un cañón de tu mundo, qué puede un arma de este mundo ante la potencia del Amor? ¿Qué dolor puede infligir una herida ante la majestad del Amor? En tu corazón, sabes que todos los posibles están presentes y que la palabra imposible ni siquiera puede ser evocada. Entonces suelta, haz desaparecer de tu vista y de tu cuerpo lo que todavía podía hasta hoy resultarte imposible. No hay ningún límite a la gracia del Amor, no hay ningún límite a su potencia, porque el Amor está más allá de la forma, aunque se inscriba en cada forma, en este mundo como en cualquier mundo.

Acojo contigo lo más alto de los cielos hasta lo más bajo de tu tierra. Acojo en ti la evidencia de la Vida. Ahí donde estamos, nada puede ser cerrado ni encerrado. Ahí donde estamos, se realizan por fin el Juramento y la Promesa, se realiza por fin la esperanza de tu Espíritu, el regreso a la Verdad. Estés donde estés en este mundo, en la situación que te encuentres, no olvides la potencia del Amor, revélala totalmente, no retengas nada. Date cuenta de la majestad de estos instantes que vives en esta tierra. En el Amor, no puede haber la menor decepción ni el menor error. Todo es recto, todo es luminoso y todo es dichoso. Estés donde estés, déjame bendecirte de nuevo, déjame amarte de nuevo, hasta el infinito.  

Así, me doy a ti, así, te das a mí, gratuitamente, sin ningún sentido de propiedad, sin ningún sentido de límite. Ve, ve tu propia libertad, sea cual sea el peso de tu cuerpo y de los residuos de este mundo.

No hay que tergiversar, sólo hay que acoger, sólo hay que abandonarse en totalidad a la gracia de este instante.

…Silencio…

Tú, peregrino de Eternidad, joya de vida y de Amor, deja los ropajes de este mundo desaparecer por sí solos por la gracia de tu Presencia. No tienes que hacer nada, sólo tienes que ser, en cada minuto, en cada aliento. Sean cuales sean tus contingencias, materiales, corporales, no pueden resistirse, no pueden oponerse. Entonces capitula y entrégate a lo que eres.

Deposita todas las armas, todas las armaduras y todos los escudos que has elevado alrededor de tu eternidad para sobrevivir en el seno de este mundo y de sus leyes. Pero todo esto ahora está detrás de ti, sean cuales sean las apariencias que quedan, y que cada día desaparecen cada vez más.

Elévate permaneciendo presente aquí, elévate hacia las moradas de Eternidad, elévate ahí donde brota la Fuente de Cristal, ahí donde te conduce la Inteligencia de la Luz. Una vez salido de este mundo, has entrado en ti, has entrado en Eternidad. Entonces no hay que temer nada de lo que acontece en la superficie de este mundo, no puedes ser alcanzado, no puedes ser alterado por ningún evento. La totalidad de la Flota Intergaláctica de los Mundos Libres rodea ahora la totalidad de tu tierra para asistir a esta Resurrección, para participar a este banquete celeste. Porque de todo lo que has vivido en el seno del sufrimiento y de la Ilusión, sólo quedarán el Amor y el recuerdo de este banquete celeste, grabando para siempre en tu llama eterna, en tu lengua de Fuego, el principio inviolable de la Libertad, el principio inalterable del Amor.

Todo esto se vive. Aunque pienses y digas que no lo vives, puedo asegurarte que te equivocas. Simplemente hay en ti, tal vez, todavía una latencia, pero que ella también será disuelta por el Coro de los Ángeles, por las Trompetas del Cielo y de la Tierra que te anuncian ahora la Llamada de María y el regreso del gemelo del Sol de este sistema solar. Sólo hay que temer por aquel que está apegado a su miedo y a su cuerpo, pero incluso esto desaparecerá sin pesar y sin dificultad durante estos tiempos que vivís en la Tierra.

No escuches, te lo dije, el bullicio de este mundo y permanece centrado en el Coro de los Ángeles, en el Canto del Espíritu y en el Fuego de tu corazón. Todo lo demás es accesorio, todo lo demás se disuelve.

Conforme pasa el tiempo, una lluvia de gracias se presenta en ti, insuflándote el sentido mismo de la Eternidad, insuflándote a tu conciencia y a tu cuerpo el Aire ligero del Amor. El Agua de Vida fluye en ti ahora, por todas partes; el Fuego Ígneo progresa en cada espacio de tu cuerpo, en cada espacio de tu conciencia.

Seamos Uno, no hay otra verdad para afrontar el bullicio de este mundo que cada vez te alcanzará menos, y que no tendrá ningún efecto sobre tu corazón. Averígualo, no te pido creerme sino simplemente vivirlo – y te recuerdo que es muy fácil. Olvida, por la gracia del Amor, cualquier rencor, cualquier karma, cualquier error, con el fin de que sólo quede la pureza de tu corazón que ya está ahí, y que sólo tu mirada puede a veces no ver.

Entonces deja el Fuego del Amor hacerte sonreír, hacerte reír, volverte ligero y devolverte a tu libertad.

Juntos, en este instante en que me dirijo a ti, en este preciso instante, Cristo deposita en ti la Felicidad eterna, la beatitud infinita. Sólo esto es la verdad y ocupa todo el espacio. 

Ahí está el Amor – lo que eres, lo que soy, lo que cada uno es. Sean cuales sean las apariencias, no hay ningún enemigo; sean cuales sean las apariencias, no hay nadie que odiar; sean cuales sean las apariencias, todo es perdonado. ¿Cómo puede ser de otra manera en la ley de Gracia, en la ley del Amor? No puede haber ni remordimientos ni obstáculos.

Deja al Amor amarte íntegramente, no rechaces nada. Sólo hay que disolver lo que debe de serlo. No tienes que hacer ningún esfuerzo, no hay otra petición que formular que la de ser tú mismo en totalidad.

Entonces sí, Cristo está en ti, entonces sí, Cristo habla en ti, y te habla en tu corazón. Sólo te habla de Amor porque nada más puede merecer atención.

Atrévete a ser libre, atrévete a ser todo lo que eres. Olvida simplemente lo que aparentas, olvida simplemente los roles y las funciones que te has construido para vivir en este mundo. En tu interior, sabes que no hay ninguna elección; en tu interior, sabes que el Amor es la única Evidencia y la única Eternidad. Ninguno de los amores que has conocido en esta tierra puede siquiera acercarse al Amor del que te hablo. Sólo depende de ti ahora instalarte definitivamente en esta cualidad del Amor.

No olvides, no tienes que retener ni tener nada, sólo tienes que soltarlo todo. Todas tus certezas ligadas a este mundo y a tu cuerpo, no representan nada con relación a lo que eres y con relación a lo que vives ahora.

Sea cual sea la vitalidad de tu cuerpo efímero, sea cual sea su gravedad, el Amor lo remedia todo y el Amor lo colma todo. Para que tú también puedas decir: « Mi Padre y Yo somos Uno », para que tú también puedas vivir que lo que se hace al más pequeño de ti y de vosotros, se hace de hecho, a ti mismo. Entonces, en ese momento, no hay más ni tú ni el otro, simplemente estás tú en el otro, y el otro en ti, para hacer el milagro de una sola cosa. El cielo y la Tierra están en ti, el Sol está en ti, el Salvador está en ti. Mira y ve, mira y oye este canto de Libertad, este canto de Verdad. Todo lo demás sólo es pacotilla, todo lo demás sólo pasará. No rechaces nada, sino que elévate y ve.

El don de la Gracia y el don del Amor crecen en cada minuto. No te preocupes, puedes contenerlo todo, porque todo está en ti. En definitiva sólo aceptas tu propia revelación, sean cuales sean las revoluciones, sea cual sea el aspecto de los acontecimientos de este mundo. En el corazón, nada se mueve, todo está ahí.

Todo esto, lo deposito en tu corazón, pero no veas ahí ningún transporte porque todo está ya ahí. Sólo resueno y vibro en la misma frecuencia de tu eternidad, de tu eternidad y de tu Presencia. Esto es simple, no hay nada que calcular, no hay nada que sumar ni nada que restar, sólo hay que multiplicarlo de uno en uno. Pero esto se hace sin que lo decidas, porque es esto el papel de la Luz y del Amor, de multiplicarse hasta el infinito, idéntico a sí mismo, en la forma que sea y en la conciencia que sea.

Oye el canto del Amor. Oye las Trompetas que vienen a derribar las paredes del encierro, las paredes de la Ilusión, en tu cuerpo como por todas partes en este mundo.

Alégrate porque hoy, tal y como lo vives, te es permitido vivir unos encuentros, que sea en la naturaleza, que sea contigo, que sea con cada conciencia encontrada en la forma que sea, un vegetal, un animal o un ser humano, o un ángel. A parte de la diferencia de forma, no hay en definitiva ninguna diferencia, y sobre todo ninguna distancia.

La Verdad se establece por sí sola. No necesita nada de lo que conoces en el seno de tu personaje y de tu persona. Deja que lo nuevo y lo desconocido se establezca en este lugar que es el lugar de tu Presencia. Da un paso y la Luz dará diez.

…Silencio…

Esto es ahora, y es para siempre.

…Silencio…

No te fíes de mis palabras. Sólo son una música de fondo que te permite tal vez oír tu propia música, que es un canto de Libertad, te lo recuerdo, que es un canto de Verdad.

Estés donde estés, estoy ahí, e incluso donde todavía no estás, te espero.

No hay ningún espacio ni ningún lugar donde escapar de tu verdad. No hay ningún lugar dónde puedas resguardarte del Amor, y de hecho ¿por qué querrías resguardarte de ello ya que eres tú mismo el que viene a tu encuentro?

Sólo te asisto en tu propio nacimiento.

Hoy, muchas conciencias han venido a asistir a tu renacimiento y a tu resurrección, simplemente por la Felicidad de estar ahí, por el placer de comulgar y para ver tus ojos abrirse, como el niño que ve el océano por primera vez. Porque este banquete es un momento único: la ocasión de reencontrarnos sin excepción alguna, la ocasión de cantar al unísono con el Coro de los Ángeles, el canto del Amor.

…Silencio…

Cuando guardo silencio, el silencio está en ti, permitiendo a la majestad del instante revelarse totalmente.

Deja el Fuego del Amor cubrir tu frente y tu corazón con el Indecible.

…Silencio…

Tú que estás presente, aquí, en este instante, eres la Felicidad, y en esta Felicidad, ningún miedo puede aferrarse o mantenerse. La elección es fácil de hacer, no hay ninguna vacilación porque no hay otra elección que el Amor, y esto de toda eternidad. Lo sabes porque lo llevas, porque esto eres tú.

…Silencio…

El Fuego del Amor nunca más podrá agotarse ni siquiera disminuir. Sólo puede crecer, sin ningún límite y sin ninguna condición.

…Silencio…

Entonces juntos de nuevo, nos inclinamos al mismo tiempo que nos enderezamos. Nos inclinamos ante la majestad del Amor y nos enderezamos por la acción del Amor.

Acuérdate, acuérdate de lo que siempre está presente, de lo que nunca falla, de lo que nunca puede faltarte a pesar de las apariencias de este mundo.

…Silencio…

Déjate recorrer, déjate atravesar por estas llamas de Amor, en este espacio que no lo es, donde nada puede faltar, donde nada puede estar ausente.

…Silencio…

Hoy, te reencuentras en totalidad. Aunque te parezca lejano, la distancia sólo es una ilusión, una muralla ligada al miedo o a la falta de memoria de lo que eres. Entonces te invito a derribar todos los muros, entonces te invito a reconocerte.

Y ahí, en la Morada de Paz Suprema, comulgamos a la Felicidad, a la Vida y a cada uno.

…Silencio…

Estoy contigo hasta el final de los tiempos, y más allá.

…Silencio…

Oye, oye en mi silencio, lo que dice el Verbo de tu corazón.

Pienses lo que pienses, nunca estuviste tan listo como en este día; que estés liberado, que estés despierto, que estés dormido, no cambia nada.

…Silencio…

Y ahí, bajo el Fuego del Amor, ves la Evidencia, ves la Verdad porque tú mismo eres la Evidencia y la Verdad.

Ninguna de mis palabras puede traducir fielmente la realidad de lo que eres; sólo el Verbo lo puede, pero este Verbo pone fin a las palabras. Es por esto que ahora, desde que te hablo, hay estos momentos de descanso, estos momentos de silencio.

Entonces apareces a ti mismo, apareces en tu corazón, despojado de toda memoria pasada, despojado de toda proyección futura. No hay sitio para otra cosa que el Amor.

Deja el fuego y la vibración expandirse en ti.

…Silencio…

Y ahí, en el silencio, el tiempo es suspendido al igual que en la Eternidad. Saboréalo y sáciate.

…Silencio…

Concede la libertad a cada uno al igual que te es llevada por la Luz misma. No juzgues las circunstancias, no juzgues la forma, no juzgues las apariencias – no tienen ninguna densidad–, sino que ve el corazón.

…Silencio…

Escucha en este silencio, la danza del Amor. Escucha en este silencio, la inmutabilidad de la Verdad.

…Silencio…

Ahí donde estamos, sólo está la Verdad. Ahí donde nos encontramos, nada más te retiene.

Ahí donde estamos, hay mucho más que la suma de los universos y de los multiversos.

Ahí donde estamos, reunidos en nombre del Amor y de la Luz, él está ahí, Cristo, un Cristo glorioso, un Cristo-Rey, que no es rey de ningún mundo sino simplemente el rey de la Verdad y el rey del Amor.

Ahí está tu único reino, un reino que sostiene todos los mundos y todas las experiencias de todas las conciencias.   

…Silencio…

Entonces incluso los Elementos te enseñan su quintaesencia, llamas de vida ellos también.

Sumérgete en el Fuego de tu corazón, él está ahí; sumérgete en el océano de la beatitud. ¿Qué puedes desear de más o de menos? ¿Qué puedes esperar en este océano de beatitud? ¿Qué puede faltar? ¿Qué puede ser proyectado?

Velo como yo lo veo.

…Silencio…

Aquí, todo es simple; aquí, todo es verdadero.

Deja la llama de tu Presencia ser, revelando tu Espíritu, revelando el Cristo.

…Silencio…

Deja tus pies acoger esto.

…Silencio…

Tú que ahora estás coronado por la gloria de la Eternidad, no puedes fallar, no puedes equivocarte, no puedes ser engañado.

…Silencio…

Ámate en la misma medida que eres amado. Recuerda, no tienes nada que hacer, no tienes nada que proyectar, no tienes nada que pedir porque esto Es.

…Silencio…

Entonces ahora se revelan en ti, de manera total, la radiación del Espíritu santo, la radiación de la Fuente y la radiación del Ultravioleta.

…Silencio…

En el Amor, eres la Vía, la Verdad y la Vida; en el Amor, sólo está el Amor que lo es todo.

…Silencio…

El Verbo del Amor resuena en cada parcela de tu conciencia como en cada célula de tu cuerpo, preparándolo todo para tu encuentro con María.

Todo está listo. Como te dije, todas las puertas están abiertas. No hay nada que desear, no hay que buscar ningún momento porque todo está ahí, porque todo se ha cumplido. ¿Aceptas tu libertad? ¿Aceptas tu eternidad? No puedes rechazarlo, puedes a veces discutirlo pero en definitiva no puedes alejarte de ello.

…Silencio…

Tal una roca levantada, invulnerable, y sin embargo tan tierna contigo mismo como con cada uno.

…Silencio…

Cuando mis palabras se vuelven escasas, el Verbo se hace carne cada vez más, y tu carne misma, por el Fuego Ígneo, se espiritualiza, siendo una densidad más ligera, donde la Transparencia reina y donde la Evidencia no puede ser discutida.

…Silencio…

Escucho contigo… el Verbo.

Participo contigo… en la ceremonia de tu resurrección.

Me quedo contigo, como dije, para toda la Eternidad.

…Silencio…

Veo la sonrisa florecer en tu corazón y en tus labios, señalando tu alegría y tu felicidad.

…Silencio…

Respira. Respira la Luz. Respira la Vida.

…Silencio…

Y ahora, estés donde estés, vamos a permanecer juntos, en silencio, dejando obrar la totalidad de la Luz.

Asentémonos juntos.

…Silencio…

Estés donde estés, estoy; esté donde esté, estás.

…Silencio…

Mi hermano de Amor, mi hermana de Amor, te llamo.

…Silencio…

Estamos ahí, todos, inmutables y eternos.

Estamos ahí, contigo.

…Silencio…

Te saludo y eres bendecido por el Amor.

Acoge.

…Silencio…

Te agradezco por haberme oído, por haberme leído, porque lo que has leído y oído sólo son tus propias palabras y tu propia verdad.

En el Amor y por el Amor te bendigo una última vez, por este instante, porque cada instante es ahora una bendición.

…Silencio…

Estés donde estés, permanece así el tiempo que sea necesario para ti, el tiempo que desees. Permanezco en ti ahora.

Honro tu Presencia y te digo hasta muy pronto.


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