domingo, 11 de junio de 2017

URIEL




Junio 2017 


Soy Uriel, Ángel de la Presencia y Arcángel de la Reversión. Bien amados Hijos de la ley del Uno, comulguemos juntos, unos instantes, en el silencio del corazón y de la Eternidad.

…Silencio…

Hoy vengo a ti, en el silencio de tu eternidad, para ayudarte a descubrirte, para mostrarte lo que eres, para que lo seas, y esto, para siempre. Así que escúchame y óyeme en el silencio de tu corazón. Vengo a depositar la gloria del Uno, ahí donde te encuentras de toda Eternidad, y ahí donde nunca apareciste ni desapareciste, ahí donde está tu verdad. Acógeme como te he acogido en las moradas de la Eternidad.

Descansa en tu seno, descansa en las profundidades de lo que eres, ahí donde no hay fin, ahí donde no hay principio y ahí donde todo sólo es Felicidad, Felicidad y éxtasis. En este instante, dondequiera que estés, te invito a ser tú mismo más allá de toda apariencia, de toda carne y de toda forma.

Vengo a cantar el canto de tu resurrección, el que acompaña al sacrificio de este efímero que te ha hecho esperar tanto y que al mismo tiempo te ha engañado tanto sobre la finalidad de lo que vives en este mundo. Ábrete, abre de par en par lo que eres y deja ser lo que no necesita parecer, y deja ser lo que nunca puede desaparecer.

Entonces, en el templo del Único, en el templo de cada Uno, deposito el canto de la Felicidad, el canto de la Resurrección, tal y como lo anuncia tu liberación. Entonces mira ahí donde me encuentro, ahí donde estás conmigo y ahí donde eres el Único, ahí donde sólo el Amor está presente, el Amor que lo es todo, en todo mundo como en toda vida, incluso en el seno donde tus pies todavía están puestos, en esta dimensión.

Vengo pues a cantar el canto de la Resurrección, que precede por poco el anuncio hecho por el cielo y la Tierra de tu liberación. Los tiempos se han cumplido y ha llegado el momento de poner fin al tiempo, de poner fin a la ilusión y su desarrollo.

Tú, que no conoces ningún tiempo, ningún espacio, siendo a la vez cualquier tiempo y cualquier espacio en cualquier morada donde te encuentres, reconócete en este canto de Amor y de Resurrección, reconócete en la verdad de tu liberación. Y canta, canta el canto del Silencio, y baila la danza de la inmovilidad, la que te permite estar a la vez aquí y en otra parte, y en cualquier parte al mismo tiempo, sin estar fijado en ninguna parte, estando presente en cada conciencia, en cada mundo como en cada dimensión, trascendiendo entonces el principio de la forma, uniéndote con la esencia de lo que eres. Entonces, puedo decírtelo, tú, el amigo y el amado, únete a ti ahí donde todo es sólo belleza, ahí donde todo canta la gloria de la Vida, la gloria de la Verdad y la gloria de la Eternidad.

Acógete como te acojo en mí, acojámonos cada uno dondequiera que estemos, de cualquier dimensión que vengamos, porque somos la misma esencia, la misma danza y la misma vida. Entre nosotros, no hay ninguna barrera, entre nosotros no existe ningún límite porque todo es infinito, todo es vasto, más allá de toda percepción de distancia. Todo está aquí, ahí donde me encuentro y ahí donde te encuentras. En este espacio, no hay ningún sitio para la menor diferencia, no hay ningún espacio en el seno de esta inmensidad para la diferencia, no hay ningún espacio para el sufrimiento. Ahí donde está la Esencia, ahí está la Verdad que eres, más allá de toda apariencia, más allá de todo sufrimiento.

Reconócete. Ha llegado el momento de responder a la llamada, ha llegado el momento de encontrar de nuevo tu eternidad, ha llegado el momento de no mirar detrás de ti, porque ningún pasado puede frenarte, porque ninguna condición puede limitarte a partir del momento en que aceptas ver lo que es verdadero. No necesitas ni tu cerebro, ni tus sentidos, sólo necesitas estar ahí, en total transparencia y en total evidencia.

Te acojo en lo más profundo de mi corazón, como me has acogido en lo más profundo de tu corazón. Nos unimos así en el corazón del Único, nos unimos así para la Eternidad, por la gloria de la Vida y por la gloria de la belleza. Así es el canto del Amor, así es la Verdad. Ella no admite nada incompleto, no admite ninguna diferencia y sin embargo, hay tantas formas en los vastos mundos, en los vastos universos y multiversos que estás llamado a encontrar de nuevo, poniendo fin al sufrimiento y a la ilusión, poniendo fin a las apariencias, a las falsas apariencias y a la ilusión.

Así que alégrate, con la Felicidad del niño que no se pregunta sobre mañana y que nunca mira atrás, sumergido en el instante, sumergido en la Eternidad. Estás ahí y estoy ahí. Somos Uno, unidos y juntos. No hay distancia, no hay diferencia, sólo la evidencia de nuestra danza Una, sólo la evidencia del silencio. Únete a mí para unirte a ti, para que te aclame durante tu paso, para que sea el faro de tus noches ilusorias, dándote a vivir la Verdad del día infinito que no acaba y que nunca acabará, ahí donde el alba no necesita levantarse y donde la noche no necesita aparecer, ahí donde el ciclo de los planetas no interfiere con tu libertad y no te limita a la experiencia que sea, pero ofreciéndote en la misma danza y la misma ronda la plenitud de lo que eres. 

Entonces tú, el amigo y el amado, únete, únete a lo que eres. Te esperamos todos. La Creación entera canta contigo el canto de tu liberación, los Ángeles se inclinan cada día y a cada instante ante ti, ante tu corazón que no conoce la persona, que sólo reconoce el Amor, que sólo vive el Amor y que es Amor.

Oye, oye lo que es, oye lo que se vive, oye lo que pide tu eternidad a tu efímero, y no tomes en cuenta más las peticiones de este mundo. Únete, únete ahí donde todo es fácil y todo es ligereza. Aléjate de lo que es pesado y cargado. Transfórmalo por tu brillo y tu Luz, por tu verdad y tu canto. Déjate elevar a las Moradas de la Eternidad. Nada puede resistir a esta Ascensión y a esta Libertad. Nada puede oponerse a lo verdadero y a lo verídico.

Escucha, escucha lo que te dice tu corazón en este instante. Escucha lo que canto en ti que no es nada más que el canto de tu liberación, el canto de tu eternidad. El Verbo anima lo que hace mucho tiempo era inaparente y que parecía que había que buscarlo a tu alrededor en el seno de este mundo y que sin embargo, lo has vivido, no has encontrado ninguna salida en el seno de lo que vives en este mundo y que sin embargo, has buscado tanto.

Hoy, te lo digo, ha llegado la hora de la liberación. No hay que buscar nada más, no hay que esperar nada más, sólo está la celebración de la Felicidad, la celebración del Amor, la celebración de la Eternidad. No te gires a ninguna otra parte que dentro de ti. Ni pasado ni futuro, todos los tiempos están inscritos en este instante, ahí donde se resuelve la ecuación, ahí donde se resuelve lo improbable que se vuelve certeza y evidencia. Te invito a esta danza, dondequiera que estés en este planeta. No hay obstáculos, no hay fronteras, si no es en tu cabeza. No hay distancia entre los universos y los multiversos, no hay separación en la Libertad. Sólo hay lo que eres, y lo que deseas crear, y lo que deseas des-crear en la libertad total de lo que eres.

Entonces, no dudes, déjate llevar, déjate ser para que nunca más aparezcan unas lágrimas de llanto o de pena sobre tu cara. Tu cara de gloria no conoce esta humedad. Sólo conoce el calor del corazón y el Fuego del corazón, ahí donde la Vida baila en total libertad y no es comprimida por ningún elemento, sea de donde sea o venga de donde venga. Te invito a la Felicidad, al banquete y al festín de la Felicidad, ahí donde no puede existir la menor carencia, ahí donde no puede existir la menor pregunta, porque en ti, eres la respuesta al igual que eres la Vía, la Verdad y la Vida.

Te invito a ser más allá de toda apariencia. Te invito a ser más allá de toda palabra, más allá de todo discurso, más allá de todas tus ideas, más allá de todas tus esperanzas, porque incluso en tus esperanzas más locas, jamás has podido sospechar que la Verdad sea mucho más grande que la más grande de tus esperanzas.

Así que no desesperes nunca más, porque todo se ha cumplido. Ha llegado el momento de salir de lo que sufre, ha llegado el momento de salir de las falsas apariencias, ha llegado el momento de no estar más limitado por una forma ni por una identidad, porque como tal vez lo vives o como lo vivirás, eres cualquier identidad, venga de donde venga o sea de donde sea. El mundo está en ti y el mundo eres tú. Por supuesto no hablo de este mundo, sino del mundo de la Verdad, del mundo de la belleza y del mundo de la Eternidad, donde todas las formas son posibles y ninguna sombra puede ser proyectada, y ninguna sombra puede aparecer, porque todo ahí es Luz, todo ahí es abundancia y todo ahí es perfección.

Dondequiera que esté tu morada, en lo que haya que vivir más allá de este mundo, que sepas que tu morada es la morada de cada uno, que no hay ninguna propiedad, que no hay ninguna pertenencia. Sólo hay unas resonancias que vienen de tus linajes, de tu origen, pero éstas también se armonizan y se unifican en el seno de la fusión de los Éteres, en el seno del Único.

Tú, Hijo Ardiente del Sol, escucha, escucha el canto de tu ser, escucha el canto de tu planeta, que se levanta en algunos lugares para elevarse hacia el cielo y unirse con lo que viene y lo que es. Detente, y sobre todo descansa. No sufras más, no te interrogues, estate simplemente presente, simplemente ahí, dónde está tu verdadero sitio que es todos los sitios. No estés limitado por nada que viene de este mundo donde todavía estás, porque pronto descansarás más allá de este mundo, ahí donde está la Verdad. ¿Qué tienes que acometer? ¿Qué tienes que buscar en el seno de esta Verdad que no esté ya revelado y ya adquirido? Te basta simplemente con girar tu mirada hacia lo que siempre fue y que siempre será.

Entonces, en este instante, nombro para ti el Paracleto, llamo al Espíritu de la Verdad, llamo tu Espíritu a ser lo que soy, para ser lo que eres. No pongas ninguna distancia, no pongas más diferencia, no nombres más, porque no necesitas ser nombrado, sólo necesitas reconocerte, más allá de toda idea, de toda forma y de toda pregunta.

En este instante, dondequiera que estés, te invito a dejar ir lo que se ha ido y lo que no puede permanecer en el seno de la Eternidad. Te invito a dar gracias a la Vida, te invito a dar gracias al Amor porque es lo que eres. Entonces, ríndete gracia a ti mismo, perdónate lo que todavía piensas que tienes que perdonarte a ti mismo o a cada uno de este mundo. Concede tu perdón y concede tu paz a todo lo que tu mirada cruza, a todo lo que tus pasos pisan. No hagas ninguna diferencia entre las formas, entre los reinos, aquí mismo en este mundo.

Entonces, tú, el amigo, tú, el amado, mira, mira ahí donde no se necesitan ojos, ahí donde no se necesitan sentidos, ahí donde sólo está la Evidencia. Aliméntate para no tener hambre nunca más. Bebe para no tener sed nunca más, para no necesitar nada, porque todo ya es ofrecido, incluso antes de que lo expreses, en las moradas de la Libertad. ¿Cómo quieres todavía, viviéndolo, entreviéndolo o instalándolo, permanecer en el seno de la ilusión? Quédate de todos modos en este mundo hasta el final de la ilusión, pero la ilusión finalizó para ti en cuanto tu corazón haya resonado en la Teofanía, en cuanto tu corazón se haya elevado hacia la Verdad.

Mira, pronto tendrás la posibilidad de ver desde otro emplazamiento lo que este mundo es, lo que tu persona es, porque nada debe permanecer oculto con el fin de que te establezcas en la Eternidad con el corazón ligero, sin remordimientos ni arrepentimientos, sin apegos, y sobre todo en Libertad. Deja, deja de buscar, deja de recorrer los inútiles senderos del conocimiento porque todo está ya depositado en ti y ha permanecido intacto desde el inicio de este mundo, desde el inicio de esta ilusión.

Acuérdate: no tienes que hacer nada, no tienes que poseer nada, no tienes que conocer nada que no esté ya presente en ti. Te basta simplemente con mirar en tu profundidad, te basta simplemente con ser justo y con ser verdadero, no en lo que crees, sino en la calidad y en la cantidad del Amor que emana de ti naturalmente. Así, irradias el esplendor y la belleza, sin ningún deseo y sin ninguna voluntad, porque es tu naturaleza y es tu esencia. Te invito a salir de todos los fenómenos para entrar en el numen, para entrar en tu eternidad, sin volver atrás y sin mirar atrás hacia lo que está muerto y lo que es falso.

Te invito a la más grande de las ligerezas. Te invito a no dejarte abusar por los que te encadenan a las circunstancias y a las costumbres de este mundo, te invito a estar de pie, te invito a ser humilde, te invito a ser pequeño, para ser la inmensidad, para ser la totalidad de la Verdad.

Entonces, ¿a qué esperas, a qué esperas para ser la Verdad? ¿A qué esperas para no depender de nada viniendo de tus pensamientos, de nada viniendo de la historia, de nada viniendo de tus costumbres? Te invito a la ligereza sin igual que nunca puede ser comparada, que nunca puede ser encontrada en el seno de este mundo, en ningún placer y en ningún éxito. Ahí de dónde vienes y ahí donde estás, en profundidad y en verdad, no hay nada que conquistar, no puede haber ninguna falta, no puede haber otra cosa que la Vida, no puede haber otra cosa que la Verdad.

Entonces, deposito en ti todo lo que ya está ahí, alumbrándolo tal vez con agudeza y con intensidad. Tú, el amigo, el amado, al que le ha llegado la hora del despertar del Juramento, al que le ha llegado la hora de su resurrección, no puedes ignorar lo que es la Verdad. Sólo depende de ti apartarte de lo que sólo pasa, para que nunca más vuelvas a pasar por las redes del sufrimiento, por las redes del encierro. Nunca más te será impuesto. Nunca más volverás a hacer lo que has hecho ya que por fin vuelves a encontrar la Libertad y descubres que todo siempre fue perfecto, más allá de los juegos, más allá de los sufrimientos de este mundo. Reencuéntrate, apacíguate, asiéntate. Estoy ahí, te miro.

Déjame estar ahí, simplemente ahí, en tu corazón y en tu pecho. Déjame cantar contigo el canto de tu liberación. Déjame cantar contigo el silencio de tu eternidad.

Tú, que estabas ya presente antes de cualquier forma, de cualquiera dimensión, tú que siempre has estado vivo, me dirijo a ti. Estás vivo, has renacido. Siente, siente esta felicidad y una vida nueva que sube en ti, que no puede ser comparada con ninguna verdad de este mundo que sólo pasa, entendiendo así y viviendo así que ahí está la única Verdad. No te dejes abusar más por las bajezas de este mundo. Gira definitivamente tu mirada a ti, ahí donde la iluminación de este mundo te aparecerá por lo que es: los oros y los brillos que sólo son unas baratijas que únicamente pueden seducir pero nunca convencer, sean cuales sean las apariencias.

En este cuerpo está el templo de la Eternidad. En este cuerpo donde todavía estás, tu conciencia ya sabe que tiene todos los sitios y que no puede estar limitada a ningún sitio, y que no puede estar limitada a ninguna dimensión.

Escucha, escucha y oye lo que te digo. Escúchalo y óyelo directamente en tu corazón. Y ahí, tu corazón se tensa hacia el infinito de nuestra Presencia Una para ser soltado y para ser perfecto, porque siempre lo fue, porque siempre fue así en la Eternidad. Es lo que eres, lo que fuiste y lo que serás, sean cuales sean los sufrimientos que has podido experimentar en este mundo. Te invito al Amor que no depende de ninguna forma, ni de ninguna atadura. Te invito al Amor que se encuentra en ti y que es lo que eres. Te invito a ser más allá de toda apariencia, te invito a ser más allá de toda condición. Te invito a ser más allá de toda historia. Te invito a ser más allá de todo guión. Te invito a ser más allá de todo haber. Te invito por fin, a ser la Verdad que eres.

No escuches lo que todavía puede decirte a veces tu cabeza, y sigue a tu corazón, en lo que te proponga y te demuestre, en lo que te enseñe, en lo que te dé en cada soplo. No te dejes abusar más por nada perteneciente a este mundo. Vive tu vida desde lo más profundo que puedas vivirla, y mira como lo que eres, incluso en el seno de este mundo, logra transformarse, sin quererlo y sin esfuerzo, sin dificultad, con evidencia, a partir del momento en que te asientes con solidez ahí donde siempre has estado.

Te invito a unirte contigo para siempre, te invito a no parecer más aquí mismo, a permanecer firmemente establecido aquí mismo, y simplemente a dejar de ver las diferencias entre cada Uno. Ve, ve en tu corazón que cada uno está ahí presente. Vívelo, percíbelo y siéntelo, mostrándote que el otro es tan importante como tú, incluso en la denigración, incluso en la oposición. Todo esto sólo es un juego, todo esto sólo es un sufrimiento que pasa, todo esto sólo es el juego de la conciencia encerrada.

Hoy, descubres que no podrá haber el menor encierro en la libertad de ser, en la libertad de tu corazón. Está al opuesto de lo que has vivido en este mundo, está al opuesto de lo que has podido experimentar. Los tiempos se han cumplido, los tiempos han llegado, el tiempo se ha abolido.  

Tienes la capacidad de vivirlo en ti, sin demora y sin espera. Entonces, ¿a qué esperas para estar aquí en totalidad? Entonces, ¿a qué esperas? Sonríe conmigo. Que tu mirada brille por la Luz de tu corazón. Que tus manos sostengan tu corazón en cada gesto, que tus palabras lleven el Verbo en cada expresión. Que tu cuerpo sea este templo que irradia la Luz transmutada y regenerada, dándote el acceso a tu otro cuerpo, el que nunca te dejará y te permite experimentar  cada uno en cada dimensión, cada uno en cada mundo.

Deja exultar tu corazón, no reprimas lo que eres. No te dejes abusar más por las últimas sirenas de tu mente, por las últimas reivindicaciones de tu persona. No hay nada más que buscar porque no hay nada que encontrar fuera de ti. Afuera sólo se encuentra la apariencia, la pacotilla, los oros y los dorados que tal vez te han seducido, y que sin embargo no son nada comparado con el oro de tu corazón, comparado con el oro del Amor. Ha llegado el momento de entrar en ti, ha llegado el momento de volver a tu casa, ha llegado el momento Del que viene, ha llegado el momento de La que te llama, ha llegado el momento de reencontrarte en tu entereza, en tu totalidad.

Entonces, el amigo, el amado, acógeme todavía más, no cierres nada, déjate atravesar en la transparencia y la Evidencia, déjate llevar por tu corazón, déjate vivir por la vida del Eterno. Ahí donde estás, en este Corazón del Corazón, no hay ningún contrato, no hay ningún límite, no hay ningún compromiso, si no es el de ser verdadero, hagas lo que hagas y vivas lo que vivas. Que descanses más allá de la Fuente, que te vuelvas la Fuente o que te vuelvas la forma que sea, en la dimensión que sea, todo esto es Único, todo esto es Uno, a diferencia de tu mundo, que no es el tuyo y que te ha encerrado.

Entonces tú, el amigo y el amado, déjate devorar por el Fuego de la pasión del Amor, déjate devorar por la Felicidad eterna, deja que se consuma lo que debe desaparecer. Déjate ser.

Entonces, el amigo, el amado, vive, vive lo que tu corazón es, sin límite, sin freno. Atrévete, atrévete a aparecer por fin en tu desnudez, libre de cualquier conocimiento, libre de cualquier haber, en la desnudez de la infancia, en la desnudez de la virginidad que no conoce ninguna mancha y que no tiene ninguna idea de lo que es contrario a la Verdad.

Te invito también a llamarme, a nombrarme, a acogerme cada día, yo el que lleva el mensaje de tu resurrección, el que viene a mirar lo que sucede en ti en cada minuto, en cada soplo de este tiempo que finaliza.

Asiéntate todavía más profundamente, deposita tus fardos en este mundo. Ahí donde estás, ahí donde te diriges, no hay ninguna posibilidad de fardo, de peso o de equipaje, ya que todo está en ti. No hay nada que pensar, no hay nada que preparar, sólo hay que estar más allá de toda apariencia y más allá de todo deseo.   
Entonces, el Verbo de Vida nace desde tu corazón y sopla en silencio, a la cara de este mundo, la Verdad inefable. Nadie puede oponerse a ello, nadie puede sustraerse a ello.

Tú, el amigo y el amado de toda Eternidad, tú, el amigo y el amado de cada instante, de cada presente, sonríe con la sonrisa del justo, sonríe con la Felicidad de tu corazón, sonríe a lo que se aleja, sin arrepentimientos y sin remordimientos. Aligérate, porque el Amor es ligero. Sé sonriente, porque la Luz es sonrisa. Déjame vivir contigo el corazón a corazón en el Corazón del Corazón. Déjame estar en tu sitio como te cedo mi sitio, porque entre mi sitio y tu sitio, no hay distancia, no hay la menor diferencia; y sin embargo, cada uno tiene su sitio. Esto, no puedes comprenderlo, esto, no puedes entenderlo, sólo puedes averiguarlo, sólo puedes cumplirlo porque se ha cumplido de toda Eternidad.

Entonces, elévate por encima de toda apariencia. Entonces, elévate más allá de toda forma. Permanece aquí, y sin embargo, esto se vive, porque en el corazón no necesitas tus referencias de este mundo, porque no hay ni alto, ni bajo, ni dentro, ni fuera, ni exterior, ni interior. El tiempo no fluye, el tiempo no se despliega, el tiempo no avanza, porque el tiempo es desconocido, porque el espacio es desconocido, a partir del momento en que aceptes esto.

En tu corazón lo está todo, a partir del momento en que tu persona no es nada. Déjate ser, suelta cualquier haber, deja detrás de ti cualquier conocimiento que sólo puede estorbarte y ralentizarte. Mira, mira lo que es, mira la felicidad del Amor, que es tu corazón y que es lo que eres.

…Silencio…

En el silencio de este instante, te invito a ser verdadero, tú que eres verídico, tú que estás ahí en la Eternidad, tú que estás ahí conmigo. Entonces, te corono con el canto de la Gracia. Entonces, te corono con la corona de Gloria.

Tú, el amigo y el amado, siente la dulzura y la potencia de la Verdad, siente la intensidad de este Amor sin fin que no puede ser atado, ni ser limitado. Ven conmigo, te llevo hasta ti. Estás reanimado a la nueva vida desde este instante. Acéptalo porque esto te pertenece, es lo que eres. Deja el ardor de tu corazón comunicarse con cada uno a tu alrededor. Deja el ardor de tu corazón consumir las últimas reticencias en ti como a tu alrededor. Eres esta felicidad, todo lo demás no representa nada más que unas ilusiones y unos sufrimientos a la espera.

Tú, no tienes nada que esperar. Todo es ya perfecto en lo que eres, más allá de todo haber y de toda apariencia. Entonces escúchame. Lo que te digo ahora, lo que digo a tu corazón, no necesita palabras, no necesita frases, esto es, simplemente, en este instante.

…Silencio…

Mi amigo, mi amado… mi amigo, mi amado, oye lo que te digo en tu intimidad, en tu presencia.

…Silencio…

Entonces, en tu corazón, desciende el Espíritu de la Santidad, el Coro de los Ángeles, a lo lejos, en este silencio. Tu corazón se eleva hacia las Moradas de la Eternidad, hacia las Moradas del Éter verdadero.

¿A qué puedes estar todavía atado si no es a tu libertad? ¿A qué puedes estar encadenado si no es a tus ilusiones, a lo que sólo pasa?

Mi amigo, mi amado, sonríe. Estoy contigo, Aquí y Ahora. Abre tus manos y recibe lo que es tuyo.

…Silencio…

¿Qué más puedes necesitar en lo que está ahí? ¿Qué puedes buscar cuando te has encontrado? Estás ahí donde todo es completo, donde todo es perfecto, donde todo es verdadero. ¿Necesitas algo más? Hazte esta única pregunta: ¿qué puede faltar en este Amor?

…Silencio…

Mi amigo, mi amado, tú que eres el amigo y el amado, el Espíritu de la Verdad te llena sin parar. El Espíritu de la Verdad es la alegría de tu corazón.

…Silencio…

Tú, Hijo del Único, ha llegado de momento de callarme, para dejar hablar mi corazón en tu corazón, ahí donde todo son señales, ahí donde todo es Evidencia. El resto no tiene importancia.

Te bendigo tres veces, en nombre de Cristo, en nombre de María, y en nombre de Mikaël.

Soy Uriel, Ángel de la Presencia y Arcángel de la Reversión, y en tu corazón, soy tú.

Sé bendecido, y ve en Paz a la Libertad.

Adiós, hasta siempre. Permanezco ahí, en tu corazón.

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