19 julio 2012
Mi nombre es SNOW. Me alegra venir a hablarles.
Vengo a contarles una historia. Esta historia está atada, profundamente, a la
historia de mi pueblo, a lo que era, en una encarnación, he aquí hace un
tiempo, sobre esta Tierra. Mi pueblo (como muchos pueblos que no sufrieron, de
modo tan dramático, en aquella época por lo menos, el olvido que es del pueblo
occidental), como el conjunto de los pueblos nativos, supimos, he aquí hace un
tiempo todavía, guardar la
Comunión con el Gran Espíritu y con sus elementos. Porque los
elementos de La Tierra,
que a todos nos constituye, cuando estamos presentes aquí sobre este mundo, son
los Caballos del Gran Espíritu. Hoy, usted lo sabe, hasta los pueblos nativos
perdieron, para la inmensa mayoría, esta conexión al Gran Espíritu que vuelve
ahora a grandes pasos, como fue anunciado por la inmensa mayoría de nuestros
chamanes, de nuestros médiums. Lo que viene, nosotros, los del Océano Índico,
lo llamábamos el despertar del Gran Espíritu, marcado por el despertar de La Tierra, por el canto de
Phœnix que marca el fin del olvido. Los elementos también son los Caballos del
Gran Espíritu, y ya cantan sobre La
Tierra, el fin del olvido. Nuestro cuerpo pertenece a esta
Tierra. Tan pronto como nacemos, somos ensamblados por los Caballos del Gran
Espíritu. Estos Caballos, desde hace algún tiempo y sobre todo desde que el tambor
de La Tierra
resonó, se pusieron en movimiento. Usted los llama, por otra parte, en
Occidente, los 4 Jinetes del Apocalipsis. El cuerpo de carne está constituido
por estos 4 Caballos y, ellos también, se ponen en movimiento. Mientras por
supuesto, los más eruditos que yo hablaron de estos primeros movimientos de los
Caballos: los elementos, en usted. Muchos entre ustedes, vivieron la realidad
de eso o las primicias pero, hoy, el Gran Espíritu dió el impulso a estos
Caballos a preparar el despertar de Phœnix, la vuelta del Gran Espíritu,
cualquiera que sea el nombre que se le de, según los nativos o según el
occidental.
Lo que la Naturaleza le da a ver, por todas partes sobre La Tierra: los Caballos que se
embalan, se embalan también en usted. Los 4 elementos, como usted los llama, se
vuelven cada vez más activos, dándole a vivir, en este cuerpo, en esta carne,
cosas inhabituales, para usted, pero que, he aquí todavía poco tiempo, para los
nativos, eran acostumbradas. Seguíamos La Tierra, seguíamos sus ritmos, seguíamos sus
elementos. No había, para nosotros, ninguna separación entre este cuerpo y los
elementos de la Naturaleza
con los cuales está constituido. He aquí los tiempos no tan antiguos (y el
tiempo, todavía, cuando estuve encarnada en mi pueblo), podíamos ser el Viento,
el Fuego, La Tierra
y el Aire. Simplemente porque fuimos conectados, como usted dice, al Gran
Espíritu. Lo que usted siente en sus cuerpos, lo que atraviesa su conciencia,
es muy exactamente esto. Entonces, cualesquiera que sean los nombres (que usted
llame esto la energía, los centros de energía u otra cosa como, por ejemplo, el
canal de comunicación con nosotros), todo esto resulta del ensamblaje de los
elementos, pero de los elementos que se despertaron, en usted, como se
despertaron sobre La Tierra.
Y los elementos, ya desde hace un tiempo, se aceleran, se
vuelven más impetuosos. Entonces, para el que es persuadido a ser sólo este
cuerpo, esto es un peligro y el peligro puede venir del Agua, del Fuego, de la Tierra y del Aire.
Los 4 elementos, los 4 Caballos, anuncian la
vuelta del Gran Espíritu. El Aire se vuelve poderoso. El Agua recubre las
tierras y el Fuego quema el bosque y la Tierra se ahueca. Esto es la llamada del Gran
Espíritu. Entonces por supuesto, los que no perciben el Gran Espíritu en ellos,
y los Caballos que están en movimiento, llaman esto una catástrofe. No hay
ninguna catástrofe como lo que es unido a los elementos. Es sólo la
transformación normal, que está en resonancia directa con la vuelta del Gran
Espíritu. Los pueblos nativos, dondequiera que estén sobre La Tierra, lo sienten. Ustedes
occidentales, abiertos, ustedes lo saben. Los que dudan, todavía se no fían de
eso. Y los que no sospechan nada, dudarán hasta el último instante, porque sus ojos
no pueden ver, porque su cuerpo no puede sentir, mientras los 4 elementos no se
reunieron, cerca del Gran Espíritu, no se transportaron por el Éter. Por
supuesto, La Tierra
y los elementos sólo comienzan. Sé que, he aquí hace un tiempo, el Comendador
de los Antiguos (ndr: O.M. AÏVANHOV) les había hablado de volcanes, Agua,
vientos y la Tierra. Todo
esto se realiza bajo sus ojos, si usted lo siente. Todo esto concierne a su
conciencia, si usted está sobre un territorio al que le conciernen o si usted
toma las informaciones, de algún modo que sea. Pero el cuerpo de carne del ser
humano es hecho así, que su conciencia lo dirige en un sentido o en otro y si
esta conciencia no quiere ver, no lo verá, hasta el momento cuando los 4
Caballos serán reunidos. Y esto está en el camino. Usted llama esto signos,
para los que los ven, para los que se no se fían de eso. Nosotros, ya anunciamos
la vuelta del Gran Espíritu, el cambio de los elementos, el cambio de la Tierra, el cambio del Cielo
y del Aire, el cambio del Agua y del Fuego. Lo que se realiza en este cuerpo de
carne, usted puede cualificarlo por uno de los Caballos o uno de los elementos.
Hay un Fuego. Hay una Agua: el Agua de la Tierra o el Agua del Cielo que fluye sobre usted,
que sube en usted. Del aire que circula alrededor de usted. Hay un Fuego sobre
el eje central de este cuerpo, en el pecho o en el vientre o en la cabeza o los
tres. Y esto perfectamente está en acuerdo porque estamos constituidos, cuando
estamos en esta carne, de la misma Naturaleza que La Tierra.
El Gran Espíritu comenzó a hacerse sentir. Los
elementos se despertaron, sobre La
Tierra, como en usted. Entonces, usted debe estar en la
escucha porque en el momento, cuando los elementos se ponen en movimiento,
usted no puede notar la diferencia entre este cuerpo y el cuerpo de La Tierra. Usted es la
misma realidad. Entonces, lo que se eleva, volcanes de la Tierra, se eleva en usted. Lo
que se extiende sobre la Tierra
es el Agua que le recubre. Y esto es el igual para los 4 Caballos, estos 4
Jinetes. En el momento en que usted se da cuenta de lo que se realiza en usted,
o que usted se da cuenta, también, de lo que se realiza sobre La Tierra, que esto sea con
felicidad o pavor no cambia nada, porque usted comprueba que en este momento
allí, poco a poco, la impresión de ser separados de la Naturaleza, los
elementos, todo lo que vive sobre La
Tierra, va a desaparecer. Si el viento se levanta, de manera
más tempestuosa que antes, se levanta también en usted. Todo esto para decirle
que la separación artificial entre lo que está dentro y lo que está fuera,
usted va a vivirlo como su desaparición. Ciertos Antiguos le hablaron de Velos.
Yo le digo que los elementos que le son visibles (porque usted los vive o
porque usted los escuchó) se viven también en usted. Vendrá un momento cuando
usted será el Viento, usted será el Aire, usted será el Fuego y usted será la Tierra, haciéndole, de
manera necesaria, no separarse más usted y quedarse.
El Gran Espíritu envía sus Caballos como una
última advertencia. Esta advertencia no es una catástrofe, ni un castigo, sino
viene para poner en movimiento lo que todavía no ha sido puesto en movimiento
en usted. El fuego de La Tierra
es también su Fuego. El agua que cambia de sitio, cambia de sitio, también, en
usted. Lo que usted observa o aquello de lo que usted piensa para hablar (o lo
que usted vive en el territorio donde usted está) se produce exactamente del
mismo modo, en usted. Pronto usted no podrá más ignorarlo, ni negarlo, porque
usted lo vivirá. Los Velos sobre los Caballos desaparecieron, como desaparecieron
en usted. Si ustedes son liberados, La Tierra Es liberada. El cuerpo de La Tierra cambia. El cielo de La Tierra cambia. Su Cielo
cambia. Su Tierra cambia. Todo lo que ustedes pueden vivir en este cuerpo, se
vive sobre La Tierra. No
es ni siquiera una analogía o una resonancia, sino que es la misma cosa: no hay
diferencia y esto, si ustedes no lo viven, ustedes van a vivirlo. Más los
Caballos van a acelerar su movimiento, su manifestación, usted comprobará que,
a más, este cuerpo también acelera. Lo que usted llama las Vibraciones son las
mismas, para la Naturaleza,
como para usted. De la misma manera que hay unos Hermanos y Hermanas que lo
viven, del mismo modo, por el momento, hay unos territorios que lo viven, y hay
unos Hermanos y Hermanas que lo viven, y hay unos territorios que no lo viven.
En este país (Francia), usted está sobre un
territorio donde los Caballos no aceleraron todavía verdaderamente, aunque
usted capó a veces el adelanto, para algunos de ustedes. Pero tiene allí un
momento cuando, cuando la llamada del Cielo va a resonar, cuando todo esto va a
igualarse. Y el efecto de los Caballos, los elementos, no será el mismo, según
que ustedes estén preparados o no preparados. La única preparación, ahora, es
sobre todo despertarse al Gran Espíritu. Esto no es para agitar su mente o
preparar circunstancias exteriores con relación a los Caballos, sino preparar
sus propios Caballos, porque son ustedes quienes los conducen y el mejor modo
de conducirlos es dejarlos actuar. Cuando esta resonancia va a instalarse,
ustedes comprobarán (como mi pueblo pudo comprobarlo, en tiempos no tan
lejanos) que ustedes son también bien el Fuego, la Tierra, el Aire y el Agua,
sin ninguna dificultad. Si usted deja los Caballos actuar, si usted deja los
emisarios del Gran Espíritu laborar, transformarán, del mismo modo, su Tierra, como
La Tierra,
como su cuerpo. De la misma manera que el árbol no puede resistir el fuego, de
la misma manera que la Tierra
no puede resistir al Agua que depone sobre ella, usted también, usted no puede
resistir. Sólo el que se opone al Gran Espíritu cree que puede resistir a la
marejada del Gran Espíritu. Es cuestión de tiempo y este tiempo ha terminado.
La llamada de Phœnix, la llamada de La Tierra, la llamada de los Caballos, está en
usted. Si usted vive esto, no habrá más ni Interior, ni Exterior. Usted será y
usted hará lo que usted Es: el Gran Espíritu. Todo lo que es separado,
dividido, no podrá mantenerse, en usted, como alrededor de usted, para los
Hermanos y las Hermanas, como para La
Tierra misma.
Un Antiguo le había dicho: habrá una Nueva Tierra
y Nuevos Cielos. Nadie jamás le dijo que esta Nueva Tierra y estos Nuevos
Cielos eran un arreglo, sino algo nuevo, totalmente. De la misma manera que los
elementos que están manos a la obra, en usted, le hacen descubrir algo nuevo.
Lo que usted Es, en el Gran Espíritu, tampoco es acondicionado por el miedo,
por la ausencia del Gran Espíritu. Entonces (como lo dije en algunas de mis
intervenciones), vaya en la
Naturaleza, aléjese, sólo a veces, de lo que ha sido
amontonado por los Hermanos y las Hermanas privados de Gran Espíritu. Vaya
hacia lo que es natural, que esto sea en lo que vuelve a su cuerpo, porque este
cuerpo no necesita cosas transformadas por el pensamiento de quienquiera: el
alimento natural, menos procesado, es lo que le convendrá. Busque el bosque,
porque el bosque tiene, ya encontrada, la totalidad del Espíritu. Busque la
compañía del agua, porque el agua, también recibió su bautismo de arriba. Aproveche,
tanto como usted pueda, de lo que le ofrece la Naturaleza, allí donde
usted está. Esto permitirá, en usted, una mejor armonización y una mejor
sincronización con lo que la
Naturaleza tiene que decirle, que darle, porque ella también
viven los 4 Caballos. La Naturaleza
no resiste al Gran Espíritu. El humano, resiste. Entonces, sé que otras
Estrellas y Antiguos le dieron signos a observar para saber si tal Hermano o
tal Hermana puede resonar con usted. No se plantee esta pregunta con la Naturaleza porque
resonará, necesariamente, con usted, en el momento en que usted deja sus
Caballos, ya modificados, actuar en usted.
Tome el rocío de la mañana bajo sus pies, porque la Onda de la Vida y la Gracia, como usted los llama,
están allí ya. No olvide el Sol y el Cielo. Vuelva los ojos a otro lugar que
sobre sus preocupaciones, por algunos instantes. Mire el cielo, por la noche.
Mire las nubes, porque llevan los Caballos. Mire los colores, porque mirando,
usted sobrepasará lo que usted mira y usted comenzará a comulgar, también, con
los elementos en la Naturaleza.
Esto reforzará su posibilidad de comunicar, por el Amor, con
nosotros y con los Hermanos y las Hermanas que se vuelven, ellos también, hacia
el Gran Espíritu. La Naturaleza,
más que nunca, es su ayuda. Hasta diría, para muchos, su bálsamo, porque todo
lo que viene de La Tierra
acogió, en ello, la liberación de La
Tierra, que esto fuera los alimentos que no han sido procesados,
o los bosques, las aguas y hasta lo que viene de la Tierra: las piedras y los
cristales. Hay siempre algo, para usted, en la Naturaleza, y mucho más
que antes, ahora que los Caballos están en acción. Recuerde esto en los
momentos cuando duda, el miedo, la cabeza, pueden manifestarse e impedirle ser
unidos al Gran Espíritu. Todo está allí, en la Naturaleza, y todo allí
cada vez más facilitará, todo allí estará cada vez más vivo. Vuélvase hacia
ella y se volverá hacia usted. Porque los Caballos de la Naturaleza van entrando
en contacto con usted, a eliminar lo que es responsable, justamente, del miedo:
la diferencia que usted hace entre usted y el exterior. Es gracias a la Naturaleza que usted
tendrá más oportunidad de vivir que no hay Interior y ningún Exterior,
preparándole al Gran Espíritu, con la misma titularidad que nuestra Presencia a
sus lados. Y esto hasta facilitará su capacidad de sentirnos y de vivirnos.
La ayuda está en la Naturaleza. No está
en las imágenes proyectadas por sus pantallas. Está en este contacto directo e
íntimo, que va darle a vivir que usted es el árbol, el agua, el sol, el cielo,
las nubes, todo aquello a que usted va a prestar atención, tan pronto como
usted va a mirar esto con todo su Ser. El Gran Espíritu está allí ya. Los
elementos de la Naturaleza
se transformaron y tienen un pequeño adelanto sobre usted. Sírvase de allí,
porque la Naturaleza
facilitará todo el resto en usted. No le pido, ni le aconsejo, vivir en la Naturaleza, por
supuesto, sino sumergirse allí. Y pida, pida al Gran Espíritu, a los 4
Caballos, a los elementos, volver en usted y usted abolirá esta separación
ficticia, usted abolirá todas las barreras, usted se hará permeable y usted irá
hacia la
Transparencia. Esto cultivará, en usted, la Humildad y la Sencillez y le dará, si
todavía no es el caso, a vivir el bautismo del Agua y del Fuego, en este
cuerpo. Más que nunca, el Cielo, la
Tierra, los elementos, son sus ayudas. Más que nunca, si
usted sobrepasa la misma mirada exterior al exceso de estos elementos, usted
encuentra la fuerza y el Amor. Sólo si usted dedica aunque fuere 5 minutos (si
usted no tiene tiempo, por lo menos, usted piense en ello) a mirar algo en la Naturaleza, algo sobre la Tierra, algo en el Cielo,
usted oteará los efectos, muy, muy rápidamente. De la misma manera que en el
momento de la liberación del Sol, ciertos Antiguos dijeron de mirar el Sol, de
ponerse frente al Sol: lo mismo ocurre con lo que pasa sobre La Tierra, ahora. Los lugares
donde los 4 Caballos son más activos, aparte de este territorio, son unos
elementos importantes de la llamada de Phœnix y de MARÍA, para estos pueblos.
Repito una expresión del Comendador de los Antiguos (ndr: O.M. AÏVANHOV): lo
que la mirada exterior puede llamar a veces la muerte, lo que la oruga llama la
muerte, la mariposa lo llama nacimiento. Recuerde esto. La Naturaleza va le
recordárselo de manera fuerte y evidente. La Naturaleza no es un
enemigo, es su aliada (pase lo que pase) porque al más duro fuego, a la más
dura tempestad, a la más dura inundación, a los más duros tremores de la Tierra, hay lo que hace
falta para despertar el Espíritu. Lo más importante está allí. Entonces por
supuesto, si usted se queda allí en la mirada exterior, la mirada exterior verá
allí siempre sólo un diluvio, un Apocalipsis, en su sentido negro. Pero si
usted acepta escuchar la Naturaleza
en lo que tiene que decirle, esto será todo. ¿Cuál mirada pone? De esto emanará
la facilidad, de este cuerpo que usted habita, a vivir lo que piden los
elementos.
Aproveche, en estos tiempos, en el territorio que
es el suyo o en otro lugar, los trastornos o aceleraciones, que esto sea Agua,
de la Tierra
misma, del Aire o del Fuego. Porque lo que se manifestará en su territorio, se
manifestará en su cuerpo. Y lo que se manifiesta en su territorio, con relación
a los Caballos, tiene algo que decirle, de esencial. No es por nada si el Fuego
es más fuerte, sobre ciertos territorios, mientras que el Agua es más fuerte,
en otros territorios. El territorio donde usted está tiene que hablarle. Le
tiene que librarle algo y librarle a usted mismo(a). Si ustedes son atentos, se
lo dirá. No estén asustados, cualquiera que sea el Caballo que se les
manifiesta, allí donde ustedes están, sino escúchenlo. Si el cielo gruñe donde
ustedes, no teman el rayo. Si el agua recubre el suelo, no teman el agua. Si el
fuego quema sus bosques, no tema el fuego, sino escuche lo que tiene que
decirle, porque el mensaje está allí, para usted, allí donde usted está, y si
usted lo escucha, en este momento, usted vive, realmente y concretamente, que
no hay ningún Interior, ningún Exterior, que usted está en su casa, por todas
partes. Esto pondrá fin, definitivamente, al aislamiento y al sufrimiento. Por
supuesto, esto es posible también con nuestros Hermanos y nuestras Hermanas que
se volvieron hacia el Gran Espíritu y que llevan los signos, a los que usted
conoce. Vuélvase hacia ellos, de la misma manera que usted puede volverse hacia
nosotros. Estamos allí para esto. No haga diferencia entre nuestros Hermanos y
nuestras Hermanas que están en un cuerpo, y nosotros, ahí dónde estamos, y la Naturaleza. Allí
dónde ustedes están, ustedes son alimentados por el Cielo y La Tierra de ahí dónde ustedes
están. Acepten ver y alimentarse de modificaciones de los elementos que
sobrevienen allí dónde ustedes están. No hay que preservarse, no hay que evitar
sino, bien, recoger el mensaje, del lugar donde usted está. Porque si usted
acepta este mensaje, entonces, el Gran Espíritu está allí.
De su capacidad de comunicar, de comulgar, con la Naturaleza, de ahí
dónde usted está, ustedes saldrán abiertos y en paz. Esto es muy fácil, esto no
llama a una agitación mental, esto no llama una comprensión sino a sumergirles
en lo que los Caballos tienen que decirles. Recuerden: el bosque, el Agua, el
Fuego, la Tierra,
el Aire, los animales, viven, ya, la puesta en movimiento de los elementos y,
por otra parte, ciertos hermanos animales nos dejan, encuentran lo que son. No
vean allí, allí tampoco, con una mirada exterior, algo catastrófico, porque su
mirada exterior es torcida. Si ustedes lograban penetrar la esencia de los
delfines que dejan La Tierra,
ustedes percibirían su alegría inmensa y no un sufrimiento cualquiera. Una vez
más, todo depende de la mirada, el exterior o el interior: la de la cabeza o el
del Corazón. Y el Corazón no dice en absoluto la misma cosa que la cabeza. A
usted toca de vivir estas experiencias, a usted de decidirlo y a usted de ver la Verdad, en el Corazón, y no
según las apariencias que son dadas a ver.
La
Tierra y el Sol son liberados. Ustedes son liberados. Ustedes
son regenerados, resucitados, como dirían algunos. De los Nuevos Cielos, una Nueva
Tierra: es el ahora. El Gran Espíritu y La Tierra se pusieron de acuerdo. De la misma manera
que los elementos se pusieron de acuerdo, en ustedes. Qué ustedes esten
cerrados o despertados al Gran Espíritu no cambia nada. El Cielo, el Gran
Espíritu es lo mismo para ellos todos, y los efectos de su Luz, de su Soplo que
viene del cosmos, es lo mismo para cada uno, ahora. Por supuesto, la mirada de la
cabeza va a hablar de algo que no es normal. Pero la mirada del Corazón sabe
que esto es normal y hasta indispensable. Es a usted de decidir donde usted se
coloca. ¿Va a seguir a los que tienen miedo y a los que contribuyeron alejando
el Gran Espíritu? ¿O va a escuchar lo que le decimos, lo que le dicen su
Hermanos y su Hermanas en el Corazón? ¿Aquel que le dice la Naturaleza? El
acontecimiento es lo mismo, pero el mensaje recibido es diferente. Esto
únicamente valora lo que usted cree que usted es, aquello en lo que usted
piensa, en la cabeza. Si usted deja el Viento, el Aire, el Fuego y a la Tierra actuar, en la Naturaleza, pues bien,
usted ve que, muy rápidamente, esto va a cambiar.
Lo que le digo, en este día, no habría podido ser
dicho, he aquí hace seis meses. Hacía falta que la Onda de Vida, viniendo del
centro de La Tierra,
llegara, no solamente en usted, sino a la superficie de La Tierra y embebiera, en
cierto modo, a la Naturaleza.
Es cosa hecha y esto se volverá cada vez más fácil desde
mañana. No olvide esto. Usted mismo(a) comprobará, la verdad de lo que le digo
y lo que las Estrellas me encargaron de decirle, porque soy, con mi Hermana NO
EYES (Sin Ojos), quienes conocemos mejor La Tierra, en su gasolina y en su Vida. No puedo
nada decirle de mejor que el vivirlo, experimentarlo. Hágalo, sin pensada atrás,
sin pedir nada de otro que ser sumergido allí, y usted verá. El agua no es más
la misma. La tierra no es más la misma. El fuego no es más lo mismo. Y el aire,
tampoco. El Gran Espíritu los insufló, con algo que estaba perdido y que es
encontrado. Entonces, vívalo y usted verá. No hay diferencia, para vivir esto,
entre un Hermano y una Hermana de pueblo nativo, hoy, y un occidental, entre un
ciudadano y un campesino. Todavía hace falta que el ciudadano vaya allá.
Todavía hace falta que el campesino se vuelva, realmente, hacia la Naturaleza, se sumerja
allí. Pero usted tiene totalmente la misma posibilidad de sumergirse allí y de
ver, con el Corazón, lo que va a pasar. En la noche también, los rayos del Gran
Espíritu son más fáciles de vivir, porque el Sol está por el otro lado.
Entonces, los rayos del cosmos, en estos momentos, son mucho más intensos.
Usted comprobará, por otra parte, que, en vuestras noches, suceden unas cosas
cada vez más notables y que en las que no duermen, comprueban que este cuerpo
de carne se echa a temblar, a manifestar cosas que no estaban allí antes, mucho
más por la noche. Saque provecho de eso. Vívalo. Ninguna duda podrá, entonces,
invadirles.
He aquí lo que tenía que transmitirles. El Gran
Espíritu, cualquiera que sea el nombre que usted le daba, usted (La Fuente, el mismo Absoluto),
los elementos, todo esto está enempleo desde mañana. Le invito pues a
experimentar con eso, tan pronto como el Abrigo Azul de la Gracia será depositado,
totalmente, sobre La Tierra
y sobre ustedes.
Soy SNOW. Qué el Gran Espíritu le apacigue. Estén
en paz y pues yo los bendigo en su nombre. Les digo hasta más tarde.
Gracias.